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Autor: Revista Gestión

Este 24 de mayo Guillermo Lasso asumió como mandatario del país con el reto de enfrentarse a una economía que se ha caracterizado por su volatilidad y su poca estabilidad frente a shocks externos, cuestión que se agrava debido a la crisis sanitaria. Según el Banco Central del Ecuador, la economía ecuatoriana debe crecer al menos al 4% anual en los próximos cinco años para volver a los niveles prepandemia. Ajuste fiscal y productividad son las claves.

La entrada del nuevo presidente implica una nueva oportunidad para apuntar hacia una reactivación económica conjunta que involucre al sector público, privado y la sociedad civil. Frente a esta perspectiva, es importante analizar qué ocurre con varios sectores de la sociedad para determinar los focos más vulnerables de la economía ecuatoriana, en un intento de reducir las secuelas en términos de bienestar y desarrollo.

El Banco Central del Ecuador, en su informe “Evaluación del impacto macroeconómico del covid-19 en la economía ecuatoriana”, analiza el período marzo-diciembre del 2020 y detalla las consecuencias de la pandemia en las dinámicas económicas nacionales. En este artículo profundizamos en los principales hallazgos.

UNA MIRADA A LA ECONOMÍA PANDÉMICA

En términos generales, el Banco Central del Ecuador estima que la economía ecuatoriana decreció en 6,44%, por efecto del coronavirus entre marzo y diciembre del 2020. En cuanto a las cuentas trimestrales, el BCE asevera que el PIB cayó en -7,8% en 2020 frente al 2019. Menciona, además, que la recesión tuvo su mayor impacto en el segundo trimestre, debido a que la economía decreció -12,77%, comparado con el trimestre del año anterior. Asimismo, se evidenció una recuperación a partir del tercer trimestre del 2020, cuando la economía creció 4,64%. Esto se puede explicar por la apertura paulatina de las actividades económicas hacia finales del año.

Por otro lado, el comportamiento de los precios se caracterizó por una dinámica lenta, con niveles generales más altos de inflación en el mes de abril, con un porcentaje del 1,01%, además de picos pronunciados, especialmente en el rubro de alimentos, con un 4,57% en abril, 3,40% en mayo y 3,25% en junio. Esta ralentización de los precios surge a partir de la primera etapa del confinamiento, por la restricción total de movilidad.

En lo que respecta a la balanza comercial, se registró un escenario alentador con las exportaciones no petroleras, que permitieron mermar los efectos negativos de la emergencia sanitaria, aumentando en un 9,7% en comparación con 2019. Las exportaciones petroleras, por otra parte, disminuyeron de 155,66 millones de barriles en el 2019, a 146,36 milones de barriles este 2020. Es así como los ingresos petroleros se redujeron, también explicados por la caída del precio del petróleo.

En lo que respecta a las importaciones, el BCE señala que el coronavirus contrajo la demanda agregada y por lo tanto también el acervo de adquisiciones de bienes en el exterior, sobre todo el de derivados del petróleo, con una disminución de 14,6% en contraste al 2019. No obstante, se registró una caída menor de los bienes no petroleros de 9,6%.

SECTOR PÚBLICO VS SECTOR PRIVADO: ¿DÓNDE SE REGISTRAN LAS MAYORES PÉRDIDAS?

El BCE hace un recuento de las pérdidas totales, que corresponden tanto al sector público como al sector privado (Gráfico 1).

Gráfico 1

Estructura de las pérdidas totales

 

 

Para el período marzo-diciembre de 2020, las pérdidas alcanzaron $ 16.381,7 millones. Realizando una desagregación, el sector público registró pérdidas de $ 3.591 millones; el sector más afectado ha sido el de Salud, con un monto de $ 2.886 millones en pérdidas.

Por otro lado, el sector privado presentó pérdidas por $ 12.791 millones, siendo el más afectado el comercio ($ 5.51,5 millones), seguido del turismo ($ 1.810 millones), la industria ($ 1.717 millones), y los servicios varios ($ 1.447 millones).

EN MEDIO DE LA PÉRDIDA, EL TURISMO LATE COMO ESPERANZA

El mercado laboral se ha visto gravemente deteriorado por la crisis sanitaria, tanto en términos de plazas de trabajo como en la calidad de las condiciones laborales, acceso a protección social y trabajo digno, cuyos efectos se han visto reforzados por la debilidad económica estructural del Ecuador.

Según cifras del INEC, en la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU), para diciembre del 2019, la tasa de ocupación plena fue de 38,8%, mientras que el índice de subempleo fue de 17,8%, y la tasa de desempleo fue de 3,8%. Para abril 2021, la tasa de desempleo a nivel nacional fue de 5,6%, mientras que la tasa de subempleo ascendió a un 22,7%.

De igual manera, según el BCE, el empleo equivalente a tiempo completo se redujo en 6,91% a causa de la emergencia sanitaria. En la misma línea, la cantidad de pérdidas de empleo representan 6,6% con respecto a la Población Económicamente Activa, a diciembre del 2020.

Como se puede evidenciar, la pandemia solo empeoró las situaciones laborales de los ecuatorianos, además de que el cálculo de los niveles de subempleo podría no llegar a cubrir la realidad de la precarización laboral del Ecuador, por la dificultad de medición en tiempos de pandemia, y por la naturaleza inobservable de las actividades informales.

Es sustancial tener en cuenta que las condiciones laborales han cambiado a partir del brote, ya que se encuentra latente el riesgo al contagio, por lo que resulta inminente la necesidad de velar por la seguridad de los ciudadanos en sus espacios de trabajo y la sostenibilidad de las empresas. Las industrias que registran mayores pérdidas de empleo son: alojamiento y servicios de comida, con pérdidas que ascienden a 127.446 plazas; comercio, con bajas de 98.399; construcción y transporte y almacenamiento, con pérdidas de 54.635 empleos (Tabla 1).

Tabla 1

Pérdidas de empleo debido al covid-19

 

 

Los datos presentados revelan que el sector turístico es uno de los más afectados por la paralización de actividades y posterior implementación de medidas de distanciamiento y cierres de fronteras para la prevención de contagios, lo que va estrechamente vinculado con pérdidas monetarias por disminución de ingreso de divisas extranjeras y falta de movilidad de capital interno.

De acuerdo con el Ministerio de Turismo, se evidencian pérdidas en los ingresos por este rubro de 58,9%, es decir, $ 2.822 millones menos desde el inicio de la pandemia en Ecuador (marzo del 2020) hasta el mes de diciembre de ese año. Esto afecta gravemente a la estabilidad económica nacional ya que, según el ministerio, esta actividad se destaca por ser la tercera fuente de ingresos no petroleros, después del banano y el camarón. En cifras, entre el primer trimestre del 2015 y el cuarto trimestre del 2019, el turismo aportó, en promedio, el 1,9% del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, $ 490 millones de dólares.

Al ser un sector clave de tipo transversal, en donde confluyen servicios varios que se interrelacionan horizontalmente como alojamiento, transporte, alimentos y bebidas, entre otros, se vuelve imperante el desarrollo de herramientas estratégicas que fomenten la reactivación del turismo.

Es indispensable, entonces, un esfuerzo conjunto por parte de los organismos turísticos competentes para la elaboración de estudios de diagnóstico que permitan vislumbrar las nuevas necesidades de los turistas, con estrategias de transformación e innovación para una nueva realidad turística y así llevar a cabo cambios nacionales y regionales, considerando protocolos de bioseguridad y la necesidad de operar con altos estándares de higiene.

Para esto se debe hacer especial hincapié en programas de apoyo a las MIPYMES, pequeñas y medianas empresas, con el objetivo de redirigir la cadena de valor del turismo hacia la sostenibilidad, apostando por el turismo local y mejorando las condiciones de la capacidad doméstica instalada.

Poco a poco el sector ha podido implementar esas alternativas, pero aún está lejos de consolidar niveles de movilidad pre-pandémicas. En un escenario alentador, la Organización Mundial del Turismo (OMT) menciona que deben transcurrir al menos dos años y medio para volver a los índices previos a la crisis sanitaria.

REMESAS RECIBIDAS ALCANZAN NIVELES HISTÓRICOS

Las remesas captadas desde el exterior constituyen el medio de múltiples familias ecuatorianas para alcanzar una mayor solvencia para cubrir necesidades de subsistencia inmediatas. De esta manera, es evidente su relevancia para la liquidez de los hogares y su incidencia en el consumo en indumentaria básica, alimentación, educación y salud.

En ese sentido, la caída del flujo de remesas suscitado por las restricciones internacionales durante las primeras etapas de la expansión del covid-19 provocó una profundización de los efectos de la recesión en los bolsillos de los ecuatorianos, principalmente de los estratos sociales menos favorecidos.

Sin embargo, de acuerdo con el BCE, el nivel de remesas que recibió la economía ecuatoriana presentó un despunte, especialmente en el cuarto trimestre de 2020. En cifras, en el año 2020 alcanzó $ 3.337,8 millones, un incremento de $ 103,1 millones comparado con el año 2019. De hecho, el Ministerio de Finanzas recalcó que el nivel de remesas de 2020 fue incluso mayor que el registrado en el 2007, año en el que se posicionó el anterior récord, con $ 3.335 millones de dólares.

Esta captación histórica puede explicarse por los procesos de reactivación en Norteamérica y la Unión Europea, dado que las naciones de las que más se reciben las remesas son Estados Unidos, España e Italia.

DEUDA EXTERNA Y LA BÚSQUEDA DE SOLVENCIA FISCAL

El Ecuador como deudor ha incurrido en un círculo vicioso de contraer deuda cada vez más alta para costear la ya existente, por lo que entra en una espiral de endeudamiento muy difícil de parar sin las debidas medidas de manejo eficiente de las cuentas fiscales. A esta situación de escaso reflujo de capitales se le debe añadir la recesión económica ocasionada por la pandemia.

El Banco Central del Ecuador, alega que el covid-19 incrementó las necesidades de financiamiento, tanto a nivel externo como interno. Hubo un mayor estancamiento debido a que el stock de endeudamiento se profundizó notoriamente; la deuda pública externa aumentó en $ 3.871,7 millones, mientras que en la privada el alza fue de $ 1.952,6 millones. Esta situación implica un incremento de los índices de deuda total de $ 5.824,3 millones. Por lo tanto, la deuda pública total en el año 2020 representa el 63,9% respecto al PIB.

Esta cifra demuestra cómo la deuda puede influir en un empobrecimiento generalizado de la población, dados los efectos adversos que obstaculizan el crecimiento económico sostenido, ya que repercute negativamente en el consumo de hogares y merma la capacidad del gobierno de configurarse a través de un impulso económico, propiciando una mayor capacidad productiva y estructural de los sectores y optimizando el uso de fondos públicos; así como la inversión y las exportaciones netas.

Por tal motivo, urge reformular las estrategias para el desarrollo, con una mejora del control de cuentas fiscales. Esto, a través de una consolidada solvencia fiscal, basada en que los niveles de deuda deben ir de la mano con marcos de sostenibilidad y cumplimiento oportuno de pagos, así como una reducción del gasto público no productivo ni eficiente. De esta manera, se lograría estabilizar la economía y así poder propiciar un ambiente en el que prime el ahorro interno, para una mejor previsión de shocks externos (como la pandemia).

¿QUÉ HACER?

La pregunta que surge después de las consideraciones anteriores es ¿cómo encaminarse hacia la recuperación? El Banco Central asevera que la búsqueda del crecimiento económico sostenible debe basarse en la inversión en factores de producción, a través del planteamiento y ejecución de políticas públicas pertinentes que permitan minimizar lo más posible las afectaciones por shocks.

De esta manera, se afianzaría mucho más las dinámicas económicas nacionales, adoptando una actitud previsiva que permita consolidar un círculo virtuoso asociado a una menor incertidumbre y mayor estabilidad fundada en mecanismos de ajuste para suavizar los efectos nocivos de choques en el ciclo económico.

Dentro de este marco de estudio, el Banco Central conjetura la posibilidad de distintos escenarios de crecimiento económico, efectuando proyecciones para el año 2025. Señala que la economía ecuatoriana debe crecer al menos al 4% anual en los próximos 5 años para registrar la tasa de incidencia de pobreza de 2019 y volver al punto de partida previo a la crisis sanitaria. De este modo, los sectores económicos menos favorecidos podrían contrarrestar las repercusiones contraídas a partir de la expansión de la pandemia.

Asimismo, si se logra crecer al menos un 5% anual para el 2025, las brechas de pobreza con relación a 2020 disminuirían de 13,5% a 9,5%, así como los niveles de severidad de pobreza, que experimentarían un decremento del 7,9% al 5,5% (Gráfico 2). Esa tendencia a una mejora gradual permitirá mantener en el tiempo esa conciliación entre tasas de crecimiento progresivamente positivas con un aumento en el número de personas ocupadas en las familias más pobres y una clara reducción en la tasa de desempleo, lo que implicaría una superación gradual de problemas estructurales de desigualdad.

Gráfico 2

¿Cómo se recuperará la economía en términos sociales?

 

 

Este análisis se conjuga con las proyecciones de las instituciones multilaterales. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) actualizaron las proyecciones macroeconómicas de crecimiento en informes publicados en marzo y abril del presente año, respectivamente. En el primero, se menciona que se espera una recuperación del 2,5% del PIB para este 2021, con una estabilización positiva frente a la ralentización económica que caracterizó al 2020, con una caída del PIB de 7,5%. En el segundo, la proyección de crecimiento será del 3,4 % al concluir 2021, frente a la caída del 6,8 % en el 2020.

No obstante, a pesar de estas perspectivas alentadoras, es importante considerar que el Ecuador sigue siendo uno de los países con porcentajes menores en cuanto a proyección de crecimiento económico en Latinoamérica, junto a Brasil, según el FMI y el BM. La senda de recuperación sigue siendo un desafío para el nuevo gobierno.

 

 

 

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Last modified on 2021-05-30

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