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Autor: Diego Olmedo *

La economía ecuatoriana tiene el serio problema de inestabilidad macroeconómica producto de prolongados déficits fiscales, fuerte desconfianza de los sectores empresarial y trabajador, e incapacidad de reactivar y recuperar al sector real a lo largo de la pandemia del COVID-19. Con este precedente, al sector privado le corresponde dar las soluciones, pero solo lo puede hacer desde una institucionalidad fuerte, un equilibrio fiscal y los correctos incentivos económicos.

Quiero contribuir al debate nacional haciendo un diagnóstico de la situación económica del país que nos permita desarrollar una predicción objetiva de lo que podría pasar en el 2021. Empiezo mencionando que el Banco Central de Ecuador (BCE) estima que vamos a crecer el 3,1% este año. Para que esto efectivamente se cumpla, el gasto nuevamente será la boya salvavidas, estimando que aumentarán las variables de consumo de los hogares e importaciones.

Este primer dato respecto al consumo es fundamental matizarlo con el movimiento de las tarjetas de crédito que podría crear una burbuja financiera en el corto plazo y explico el porqué. Analizando a profundidad, el uso de las tarjetas de crédito antes de febrero 2020 era relativamente estable y no contribuía fuertemente al PIB puesto que la economía venía en franca desaceleración. Pero a partir de junio 2020, aumentó y se estabilizó muy por debajo de lo que registraba antes de la pandemia; y es fácil inferir que las expectativas de los ecuatorianos son inciertas respecto de sus ingresos y, consecuentemente, sobre su capacidad de compra.

Mi predicción es que personas, hogares y empresas comprarán durante los siguientes meses, pero será a un ritmo y volumen menor que el visto antes de la pandemia, y se suma un agravante, es riesgoso porque la probabilidad de quedar impagos es alta. Este punto me preocupa mucho porque no se ve con claridad cómo el consumo podría propiciar la recuperación económica para este y los siguientes años.

Gráfico 1

Consumo histórico de tarjetas de crédito

Made with Flourish

Fuente: Superintendencia de Bancos.
Elaboración: Autor.

 

Ahora bien, si incluimos el consumo de largo plazo, como inmuebles y bienes de capital, es necesario mencionar que el BCE estima un decrecimiento para el sector de la construcción en un 3%. La cifra alarma puesto que este sector no logra crecer desde el 2014 y tampoco cuenta con soluciones estructurales para cambiar la tendencia. Mi predicción es que este ciclo no se espera que revierta en los próximos diez meses.

Es lamentable que, en cuatro años de Gobierno, no haya sido prioridad del Estado impulsar la construcción pública y privada cuando es comprobada la importancia que tiene para las cuentas nacionales y la Formación Bruta de Capital Fijo (FBKF).

Gráfico

Comportamiento histórico sector construcción y actividades inmobiliarias

 

(miles de millones de dólares)

 

Fuente: Superintendencia de Bancos
Elaboración: Autor

 

Para completar, vayamos por el lado del gasto y la inversión pública, y tenemos que desde el 2014, el sector público como motor de la economía se ha desacelerado y ha dejado serias dudas sobre la sostenibilidad de su modelo de planificación central. Para este año, no hace falta predicción ya que la contracción será de 3,3% debido al compromiso que tenemos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para asegurar la llegada de un nuevo desembolso de $ 1.500 millones de dólares en el 2021, y $ 1.000 millones de dólares en el 2022.

Gráfico 3

Comportamiento histórico gasto público e inversiones

 

(miles de millones de dólares)

Fuente: Superintendencia de Bancos
Elaboración: Autor

 

¿QUÉ PUEDEN HACER LOS SECTORES PRIVADO, PÚBLICO Y EXTERNO?

Entender un problema marca el inicio de su solución. Debemos decir con propiedad que la economía está atravesando por un ciclo de recesión cuyo comportamiento está condicionado por la vacuna contra el COVID-19, la replanificación del modelo económico y la elección del nuevo presidente del Ecuador.

Por el lado del sector privado, la recuperación, sin duda, vendrá por medio de las empresas que logren proteger su liquidez, simplificar sus procesos y trámites, adquirir nueva tecnología, moldear su institucionalidad y crear una cultura de aprendizaje e innovación.

El aumento del gasto consumo de personas (trabajadores), hogares y negocios vendrá por medio del valor agregado que obtenga el sector empresarial y el empleo que este genere para los próximos 12 meses.

El sector público tiene la misión de fortalecer a los sectores industrial, comercial y servicios que vienen en desaceleración desde el 2018, y que la Ley Humanitaria trasladó el costo de la pandemia porque no se destinaron recursos de salvamento para su reactivación.

La estrategia nacional nos dirá qué tan rápido nos vamos a recuperar tomando en cuenta que la política fiscal está atada al acuerdo con el FMI, y la política monetaria está influyendo en la emisión secundaria del dinero y las tasas de interés.

El sector externo podría contribuir poderosamente cerrando la brecha de la cuenta corriente ya que actualmente al estar mal equilibrada con las remesas, nubla la visión y la lógica de la importancia de tener mayores exportaciones de bienes y servicios. Es inaudito que los valores de las remesas sean tres veces más fuertes que el saldo de la cuenta corriente; por ello, su desempeño no contribuye a la recuperación económica.

En materia comercial, debemos priorizar los sectores tradicionales como: petróleo, banano, camarón y cacao; y fortalecer los no tradicionales como: minerales, orito, pasta de cacao y jengibre.

Este es el momento para aprovechar la oportunidad que nos da el dólar y el paquete de ayuda que entregará el Gobierno de los Estados Unidos a su economía por casi $ 2 trillones de dólares; si tuviéramos niveles altos de productividad, podríamos tomar ventaja de la depreciación del tipo de cambio real para ser más competitivos e impulsar a los exportadores de una forma histórica.

La banca también podría aportar a esta estrategia por medio de las tasas de interés y a nivel agregado al tipo de cambio porque influye a la cuenta corriente. El crédito permitiría ganar productividad al comprar nueva tecnología, capacitación e innovación cuyo resultado sería bajar los precios relativos que mejorarían nuestras condiciones de venta en los mercados internacionales. Por aquí es la hoja de ruta que requiere el Ecuador para una recuperación efectiva en el 2021.

 

 

(*) Economista, inversionista y analista económico.

 

 

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Last modified on 2021-03-29

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