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Autor: Revista Gestión *

Las brechas de género existen en la sociedad, y un factor importante es la maternidad, pues el trabajo del cuidado es desigual y repercute en la vida laboral de las mujeres. El Día Internacional de la Mujer es un buen momento para recordar que en América Latina las madres tienen menor participación laboral y más trabajos informales, de tiempo parcial y autoempleos. Las mujeres que viven solas tienen una participación del 84%, mientras que en las que viven con su pareja disminuye a 69% y con hijos/as a 58%. Esto indica que, aunque no debería ser así, tener hijos retrasa la participación laboral de las mujeres más que el matrimonio. En Ecuador, existe un castigo por maternidad del 8% sobre el salario.

El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, un espacio para conmemorar la lucha de las trabajadoras por mejores condiciones laborales en las fábricas de Estados Unidos y Europa. A pesar de los grandes avances en el mundo respecto a los derechos de las mujeres, las desigualdades no han desaparecido: la violencia de género, los derechos reproductivos, la brecha salarial, el acceso al mercado laboral, el trabajo de los cuidados, entre otros, son tareas pendientes.

Un factor importante dentro de la desigualdad es la maternidad, no por el hecho en sí de ser madres, sino por la carga que significa dentro de la sociedad, pues históricamente las mujeres han sido las únicas responsables de los cuidados de los hijos e hijas, perjudicando así su vida laboral y, por lo tanto, sus ingresos, su dependencia económica y calidad de vida.

MATERNIDAD: MÁS TRABAJO INFORMAL, TIEMPO PARCIAL Y AUTOEMPLEO

El estudio “Maternidad y trabajos flexibles en América Latina” realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) sobre el efecto causal de la maternidad en el mercado laboral, obtuvo como resultado que en América Latina la maternidad reduce la oferta laboral de las mujeres, es decir, menos mujeres trabajan, quieren o pueden trabajar.

Además, la maternidad también influencia en el tipo de ocupación de las mujeres, pues obtienen empleos con horarios flexibles, como trabajos a medio tiempo, autoempleo o empleos informales, con el fin de conciliar las responsabilidades de cuidado con las laborales. Los países en la región con normas de género más conservadoras y menos políticas para las familias tienen diferencias más grandes en el empleo entre madres y no madres.

Las brechas de género en América Latina son especialmente grandes. La participación laboral de las mujeres es 27 puntos porcentuales menos que los hombres, las mujeres ganan 17 centavos menos que los hombres con educación y experiencia similar, y ocupan menos del 40% de las posiciones jerárquicas.

La maternidad afecta el tipo de empleo que las mujeres tienen, pues incrementa el autoempleo y los empleos informales. Por el contrario, los hombres después de que son padres no presentan cambios tanto en oferta de empleo como en el tipo de empleo.

Estos cambios laborales para las mujeres tienen fuertes consecuencias, pues significan menores ingresos y, por lo tanto, menos independencia económica así como los beneficios de seguridad social. El tipo de empleo (tiempo parcial, autoempleo o empleo informal) tiene el beneficio de ser más flexible en cuanto a horarios, pero igual significa menores ingresos y beneficios.

El estudio explica que las mujeres están dispuestas a cambiar los beneficios presentes y futuros de empleo por más flexibilidad, por normas de género y políticas familiares. Las normas de género imponen restricciones a la oferta de trabajo de las mujeres por las expectativas de que las mujeres tienen que hacerse cargo del cuidado de los hijos y los hombres no. Las madres aún son las principales cuidadoras, por lo que políticas familiares podrían ayudar a cambiar este rol impuesto.

Las políticas principales son los sitios para cuidado de niños y licencias de paternidad y maternidad. Ambas políticas ayudan a las restricciones de tiempo de toda la familia, pero la licencia de paternidad puede también promover la corresponsabilidad, disminuyendo así la carga sobre la mujer.

Los resultados del estudio indican que, en promedio, en América Latina, las madres que tienen trabajos de tiempo parcial son 38% más que las mujeres no madres, en el caso de autoempleo es 6% e informalidad 12%. En el tiempo parcial se tomó en cuenta a aquellas que trabajan menos de 30 horas semanales, y en la informalidad, a mujeres asalariadas que no tienen beneficios de jubilación.

En el caso de Ecuador (Gráfico 1), la mayor diferencia está en la participación laboral y el empleo de tiempo parcial. El 66% de mujeres no madres tiene empleo, mientras que para madres es el 55%. En cuanto a tiempo parcial, son 28,5% de las mujeres madres que tienen este tipo de empleo, en comparación con las no madres que son 20,8%.

En cuanto al autoempleo, el porcentaje es muy similar, es un poco superior para las madres (diferencia de 0,3 puntos porcentuales), y para la informalidad, es superior para las mujeres no madres.

 

Gráfico 1

Madres y no madres por tipo de empleo en Ecuador

TENER HIJOS DESACELERA LA CARRERA DE UNA MUJER MÁS QUE EL MATRIMONIO

La Organización Internacional del Trabajo también identificó la fuerte afectación de la maternidad en el empleo de las mujeres en un artículo. En América Latina y el Caribe, mientras que el 94% de los hombres participan en la fuerza de trabajo, únicamente el 65% de las mujeres lo hacen. Y esta diferencia se incrementa aún más dependiendo de la situación familiar.

La brecha es bastante reducida entre hombres y mujeres en edad de trabajar que viven solos, mientras que aumenta cuando las personas en edad de trabajar viven con su pareja o cuando viven con su pareja e hijos/as. La tasa de participación masculina en la fuerza de trabajo sigue siendo elevada en todos los tipos de hogares y fluctúa poco según la situación familiar de los hombres.

En cuanto al matrimonio, este reduce la participación laboral de la mujer y tener hijos la disminuye aún más, mientras que lo contrario ocurre con los hombres, pues el matrimonio incrementa su participación laboral y tener hijos también. Esto sucede en casi todas las regiones del mundo, excepto Oceanía.

En América Latina y el Caribe, las mujeres que viven solas tienen una participación del 84%, mientras que las que viven con su pareja de 69% y con hijos/as 58%, lo cual indica que el tener hijos/as retrasa la participación laboral de las mujeres más que el matrimonio (Gráfico 2). Por el contrario, para los hombres aumentó de 93% cuando viven solos a 94% en matrimonio y 96% con hijos/as.

 

Gráfico 2

Tasa de participación laboral por situación laboral en América Latina y el Caribe

La presencia de niños en el hogar parece impedir que las mujeres se incorporen a la fuerza de trabajo, mientras que empuja a los hombres a hacerlo. Este efecto es aún más fuerte cuando los niños son menores de 6 años, es decir, antes de la edad escolar. La OIT identificó que la principal razón por la que las mujeres declararon estar fuera de la fuerza laboral fue el trabajo de cuidado no remunerado.

EL MERCADO LABORAL EN ECUADOR CASTIGA LA MATERNIDAD CON SALARIOS INFERIORES

Además de la menor participación en la fuerza laboral, las mujeres en el país reciben salarios inferiores a los hombres. Un artículo realizado por Maldonado y Peña: “Maternidad y brecha salarial: ¿Penaliza el mercado laboral la maternidad?” muestra que en el país existe una penalización por maternidad de 8% sobre el salario.

La brecha salarial entre mujeres madres y no madres se amplía más dependiendo de la edad de los hijos. Las madres con hijos menores a 6 años ganan en promedio un 20% menos que las mujeres no madres y aquellas con hijos entre 6 a 12 años ganan en promedio 7% menos.

En el caso de los padres ecuatorianos, la brecha salarial con hijos menores a 12 años es del 3% con respecto a hombres no padres. Por el contrario, con hijos mayores a 13 años, la brecha es positiva,  lo que quiere decir que los padres ganan más que los hombres no padres.

De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos, en enero de 2022 la brecha salarial entre mujeres y hombres fue de $ 58,9, los hombres percibieron un salario promedio de $ 402,5, mientras que para las mujeres fue de $ 343,6.

EL GÉNERO SIGUE DETERMINANDO LAS DECISIONES ECONÓMICAS EN EL PAÍS

Los roles de género, que se basan en estereotipos de la sociedad, siguen rigiendo las decisiones económicas y domésticas, como la distribución de las tareas domésticas y las actividades de cuidado de los niños.

Ni el matrimonio ni la maternidad deberían ser motivo de discriminación, ni restringir la plena participación de la mujer en la sociedad, incluso en el mercado laboral. Al mismo tiempo, se necesita un mayor reconocimiento de la responsabilidad compartida que tienen los padres, las mujeres y los hombres y la sociedad en su conjunto en la crianza de los hijos.

Dentro del tema de la maternidad, es importante mencionar la importancia de la educación sexual y reproductiva, pues el embarazo no deseado, embarazo adolescente y embarazo infantil son problemas dentro de la sociedad que repercuten fuertemente en el futuro laboral de las mujeres, y no siempre es una decisión voluntaria.

(*) Elaborado por Maí Suárez, redacción Revista Gestión.
 
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Last modified on 2022-03-08

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