En el marco de la crisis económica actual, en noviembre del 2020, la encuestadora Cedatos registró que 88,7% de los ciudadanos considera que el país no debe dejar el esquema de dolarización.
Las decisiones del futuro Presidente de la República definirán un escenario con riesgo moderado o alto riesgo, definido por factores como el precio del petróleo y el acuerdo con el FMI.
El presidente ejecutivo de la Cámara de Industrias y Producción (CIP), Pablo Zambrano, analiza los cambios estructurales que necesita el país para atraer inversión y mejorar la competitividad en medio de la crisis.
Los esfuerzos en años recientes en materia de reducción de la desnutrición han sido poco efectivos. Uno de cada cuatro niños tiene desnutrición crónica.
Aunque 86% de los jóvenes ecuatorianos se siente satisfecho con su vida en general, su mayor preocupación es el desempleo y la situación económica, más aún con la crisis por la pandemia.
Trabajar de manera remota ha sido una de las mejores alternativas para disminuir el riesgo de contraer coronavirus, pero no quedó tiempo para tomar medidas preventivas contra ataques informáticos.
En su mayoría, las empresas habían planificado ejecutar la transformación digital en su organización en un plazo de uno a tres años; sin embargo, la pandemia ha sido un catalizador para agilizar este proceso.
La nueva realidad ha potenciado el uso de comercios y pagos digitales en el Ecuador y el consumidor debe verificar antes de ingresar sus datos de tarjeta de crédito en una aplicación o página web.
Una de las alternativas más comunes para comprar es el crédito directo, que muchos almacenes a nivel nacional ofrecen a sus clientes, pero hay que saber manejarlo y tener cuidado de sus riesgos.
La crisis asociada a la actual pandemia ha puesto de manifiesto las desigualdades estructurales de todos los ámbitos, especialmente las asociadas al género.
Transcurridos más de nueve meses desde el inicio del confinamiento, se han venido visibilizando una serie de fallas socioeconómicas que venían sin ser atendidas o, simplemente, eran disimuladas o escondidas por los gobernantes de turno.
Desde la época de los romanos, los años bisiestos tienen mala fama, algo perfectamente aplicable al 2020 por las desgracias humanas, sociales y económicas que estamos viviendo.