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Autor: Revista Gestión *

El triunfo de Pedro Castillo como presidente de Perú genera opiniones divididas, especialmente en lo que respecta a la política exterior. Bajo la premisa de “no más pobres en un país rico”, Castillo busca apostar por un proteccionismo económico, dejando en segundo plano a los acuerdos comerciales. Este escenario genera incógnitas sobre el futuro papel de Perú en las dinámicas internacionales, lo que podría empujar a Ecuador a posicionarse dentro de los mercados regionales y mundiales y atraer la inversión que migre del país vecino.

El pasado 28 de julio comenzó oficialmente el mandato de Pedro Castillo como presidente de Perú. La derrota de la candidata de derecha, Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), y el ascenso del candidato de izquierda generan incertidumbre y expectativa sobre el futuro de la nación peruana.

El Instituto de Estudios Peruanos (IEP) realizó una encuesta para determinar la aceptación de los peruanos hacia el presidente. Los resultados arrojados dictan que Castillo tiene 53% de aprobación, porcentaje similar al presentado en las urnas (50,12%) y con el que ganó las elecciones presidenciales, por apenas 44.263 votos.

No obstante, 45% de los peruanos lo desaprueba y solo el 2% no opinó al respecto. Según la jefa de estudios de opinión del IEP, Patricia Zárate, “estos resultados muestran que el nuevo presidente encontrará un panorama muy complicado. Por un lado, una alta expectativa de quienes votaron por él, y por otro, una sensación de incertidumbre tanto de quienes votaron en contra o votaron a favor”.

Con un plan de Gobierno en esencia opuesto a lo que se ha venido implementando en los últimos años, la entrada de Castillo a la presidencia se vuelve disruptiva y divide opiniones. Se intuye que el nuevo mandatario buscará dar un giro a la política económica de tinte neoliberal y optar por una “economía popular del mercado”, que priorice la producción local y la redistribución de la riqueza.

Sus prioridades se centran en una mayor participación e intervención por parte del Estado, ya que considera que el buen comportamiento macroeconómico que ha tenido Perú y el crecimiento solo ha beneficiado a unos pocos. Y en un contexto de pandemia, las desigualdades se han agudizado.

EL ETERNO DEBATE: ¿PROTECCIONISMO O APERTURA ECONÓMICA?

Desde que empezó el nuevo milenio, Perú ha sido uno de los principales destinos de inversiones extranjeras en la región, y con el nuevo gabinete presidencial, el sector empresarial se mantiene a la espera. Todo apunta que, en los próximos meses, se van a ejecutar políticas regulatorias y propuestas por el lado del gasto social.

La idea central del gobierno es “proteger y favorecer a los productores nacionales frente a la competencia de los productores extranjeros”, según declaraciones de Castillo. Esto implica necesariamente que el papel de Perú dentro de las dinámicas internacionales podría cambiar drásticamente.

En ese sentido, el nuevo gabinete, en búsqueda del establecimiento de una autonomía nacional, va a impulsar las actividades locales a través de políticas proteccionistas. Su posición, contraria al aperturismo, además de sus otras medidas económicas tan estrictas y disruptivas con lo que se venía trabajando previamente, choca con las diversas opiniones de los peruanos.

De acuerdo con los resultados obtenidos por el IEP, el 61% de los considera que es necesario mantener el esquema económico, pero con cambios graduales y previamente socializados. Por otro lado, el 23% cree que se debería cambiar totalmente el modelo ya existente, y apenas el 15% cree que el esquema económico de Perú debe mantenerse como está, sin modificaciones (Gráfico 1).

Gráfico 1

Opinión peruana sobre las necesidades del esquema económico

 

Las cifras muestran que, en la mayoría de los casos, los peruanos no quieren romper con el panorama que ya se había establecido de golpe, sino que lo mejor sería que las medidas socioeconómicas se implementen de manera paulatina. Pero las declaraciones de Castillo, a lo largo de su campaña, estaban orientadas hacia un cambio inminente y radical, que instaure de raíz la “economía de todos”.

Frente a esto, los peruanos reciben al primer mandatario con sentimientos encontrados. En primera instancia, según la encuesta de la IEP, predomina la esperanza (34%), pero también la incertidumbre (29%). Le sigue la confianza (16%), el miedo (15%) y la cólera (2%) (Gráfico 2).

Gráfico 2

Opinión peruana sobre el sentimiento que genera el nuevo mandato presidencial

 

En este escenario, optar por una economía “puertas adentro” claramente representa un detrimento de los acuerdos comerciales que ya se habían establecido. La revisión general de las políticas exteriores peruanas va a reconfigurar el panorama regional. La posición severa de Castillo, expresada en su Plan de Gobierno, no resulta atractiva para inversores extranjeros, ni para las organizaciones de cooperación internacional.

Uno de los principales planteamientos dentro del Plan es una clara oposición a la injerencia de instituciones extranjeras en la soberanía del país. “El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial, la Corte Internacional de la Haya de la ONU, la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (UNCITRAL), entre otros, son centros de control comercial para ejercer control jurídico comercial sobre las naciones”, señala el plan.

Frente a esto,  Castillo propone la creación del Centro de Solución de Disputas de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) o los Tratados Bilaterales de Inversiones (TBI) como centros de arbitrajes. Esto, claro está, genera una fuerte polémica con los países con los que Perú mantiene relaciones, ya que estas nuevas propuestas se contraponen a diversos acuerdos ya suscritos por los predecesores del actual mandatario.

Según el plan de gobierno de Castillo, se realizará una renegociación de los acuerdos que tiene Perú. El presidente sostiene que “los Tratados de Libre Comercio (TLC), Alianza del Pacífico (AP), Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), entre otros, han convertido [a Perú] en una colonia comercial con fines de ser elementos intermediarios de sabotaje (…)”. En el caso de que el aparato estatal no esté conforme con las revisiones, se anularán los acuerdos.

Castillo justifica su desaprobación por la integración regional con la premisa de que “los TLC han liquidado la empresa nacional, aplicando dumping, es decir, vendiendo un objeto por debajo del costo de producción, con la finalidad de liquidar a las empresas nacionales que compiten en el mercado y lograr la exclusividad”. Para Castillo, la agroindustria ha sido la más afectada.

Pero según declaraciones de Arnulfo Valdivia, exembajador de México en Colombia y parte del equipo negociador de la Alianza del Pacífico, Castillo no está tomando en cuenta los beneficios que el libre comercio ha brindado a Perú desde inicios del milenio. Valdivia señaló que “las exportaciones [peruanas] se han quintuplicado desde el 2009 o 2010 (…) también se logró importar maquinaria, materias primas de manera mucho más barata y sencilla para lograr que sus exportaciones sean más competitivas”.

Valdivia comentó que romper las relaciones con la AP o la TPP, “sería darse un balazo en el pie”. Y es que la integración ha permitido que Perú se abra al mundo, con una colaboración compartida en cada uno de los eslabones de las cadenas de producción, lo cual abarata los costos de los insumos intermedios.

En el caso de que Castillo decida culminar los tratados, la economía se enfrentará a un encarecimiento de los aranceles para las empresas de Perú que hoy se están abasteciendo de estos mercados. Esto, finalmente, terminará afectado a las mismas familias peruanas, que Castillo busca proteger.

Valdivia enfatiza en el hecho de que el sector agroexportador no se ha agravado por la apertura comercial, sino por el contrario, ha sido uno de los mas beneficiados. De acuerdo con el exembajador, “es una falacia decir que el libre comercio ha afectado al campo peruano o a la agroindustria, pues desde que abrió su economía, este país sudamericano se ha vuelto un importante exportador de aguacate, espárragos y arándano, entre otros productos agrícolas”.

Para apoyar a los pequeños empresarios dentro de la industria agropecuaria, se deberían diseñar instrumentos de política pública al interno, que favorezcan la competitividad de los mismos y los ayude a crecer de manera orgánica. Según Valdivia, algunas medidas podrían incluir “transferencia de tecnología, sustitución de cultivos y la formación de cooperativas locales que permitan aumentar los volúmenes de producción”, cuestiones que solo se pueden conseguir si se socializan lo avances tecnológicos con los países vecinos.

EL PAPEL ESTRATÉGICO DEL ECUADOR DENTRO DE LA RECONFIGURACIÓN DE LAS TENDENCIAS COMERCIALES

Las incógnitas sobre el futuro de varios acuerdos y bloques económicos dejan al Ecuador con varias oportunidades de integración. Con la llegada de Guillermo Lasso a la presidencia, en mayo, el país está buscando posicionarse dentro de los mercados internacionales para fortalecer las dinámicas locales y propiciar niveles cada vez más altos de productividad.

Actualmente, el Ecuador se encuentra en conversaciones para concretar acuerdos con Estados Unidos, y con China. Con el segundo, se busca posicionar al banano ecuatoriano a nivel mundial. La política aperturista de Lasso puede aumentar considerablemente las ganancias que este sector genera ($ 3.600 millones) y empleo a más de 260.000 familias. De acuerdo con Juan José Pons, coordinador del clúster bananero del Ecuador, se pueden “generar mucho más atrayendo inversión (…). Para ello hay que impulsar el ambiente adecuado a través de una política del encuentro que genere un sistema productivo y competitivo”.

En conclusión, las propuestas de Castillo se desapegan de las tendencias regionales y mundiales de abrirse a la unión y cooperación entre países, por lo que podría terminar resultando desfavorecedor para la economía peruana, que podría apostar por políticas internas de recaudación y redistribución de la riqueza para mejorar los indicadores de desigualdad, sin modificar por completo la política exterior que, hasta el momento, ha funcionado bien. Pero todo este escenario geopolítico podría favorecer a Ecuador, cuya política exterior, a decir del presidente Guillermo Lasso, apostará por abrir las fronteras de y expandir el alcance de los productos locales a nuevos destinos.

En ese camino incluso se encuentra la integración del país a la Alianza del Pacífico, que está casi por concluirse y que ha tomado más de un esfuerzo. Hoy queda por ver cómo el gobierno y sus generadores de política pública están trabajando para posicionar al país como una opción viable en caso de que Perú cierre sus puertas. El potencial es mucho; tener una economía dolarizada también puede sonar atractivo para el desarrollo de nuevas industrias y sectores alrededor del tema financiero o de la economía naranja que están despuntando con tanta fuerza en el mundo.

Resta mucho camino por recorrer y también resta que el Gobierno de Castillo termine de delinear y configurar su política externa, pero de a poco se puede intuir por dónde caminará. Hace pocos días, el nuevo ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Héctor Béjar, señaló que la política del Gobierno peruano será contraria a sanciones y bloqueos unilaterales, en referencia a las restricciones impuestas por Estados Unidos contra el Gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro, y adelantó que su país dejará el Grupo de Lima.

Respecto a este tema, promovido hace cinco años por el expresidente peruano Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) para reunir a un grupo de países americanos que consideran a Maduro como presidente ilegítimo, Béjar señaló que son ya varios países de este grupo que han cambiado su postura sobre Venezuela.

“El Grupo de Lima tiene sus socios que han cambiado su política y sus puntos de vista son distintos. Conversaremos con ellos sobre sus puntos de vista”, apuntó Béjar, un exguerrillero de 85 años que llegó a conocer en Cuba a Ernesto ‘Che’ Guevara y fue fundador del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Perú antes de ser detenido en 1966 y encarcelado durante cerca de cinco años.

De acuerdo con datos del Banco Central, en el primer trimestre de 2021 la inversión extranjera directa (IED) en el Ecuador ascendió a $ 364 millones. Esto representa un crecimiento de 34% en comparación con el periodo enero-marzo de 2020, cuando la IED sumó $ 273 millones. La subida es de 74% frente al primer trimestre de 2019, cuando llegó a $ 210 millones, según reportó Primicias.

Es decir, la IED de enero a marzo de 2021 es la más alta registrada en el primer trimestre en la serie para el mismo periodo de los últimos 14 años, según la firma de investigación financiera Exponential Research. Y precisamente el desempeño de la IED en Ecuador en el primer trimestre contrasta con la de los países vecinos, como Colombia y Perú, que han experimentado una contracción. Que algunos países de Latinoamérica atraigan menos capitales extranjeros en 2021 en parte responde a la inestabilidad política y social, según un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).

Por ejemplo, la elección de Castillo en Perú ya provocó una fuga de capitales. En ese contexto, Ecuador tiene oportunidades para atraer más inversión extranjera, sostiene el analista económico Oswaldo Landázuri, quien agrega que para eso es necesario que el gobierno muestre acciones, como una reforma tributaria.

Todos estos indicadores se convierten en señales positivas para el país y quizá muestran el camino por dónde el Ecuador debe seguir.

 

(*) Elaborado por Aitana Veloz, analista económica Revista Gestión.

 

 

 

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Last modified on 2021-08-15

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