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Autor: Karen Lucero *

La pandemia ha tenido un impacto de manera generalizada, pero pesa más en los hogares con niños, niñas y adolescentes (NNA). En general, los hogares sin NNA alcanzan mejores indicadores sociales como educación y seguridades alimentaria. Por ejemplo, 71,97% de los hogares sin NNA cuenta con una educación hasta secundaria, mientras que los hogares con NNA se concentran un 10% más en niveles educativos bajos. Los ingresos también se redujeron para los hogares con NNA debido a la pandemia. En ellos, siete de cada 10 personas indican que al menos uno de sus miembros perdió el empleo.

Con el afán de establecer un panorama general y hacer un seguimiento a la situación de los hogares con niños, niñas y adolescentes Unicef, en conjunto con el Instituto de Investigaciones Económicas de la PUCE, levantó una encuesta en 1.805 hogares de las 24 provincias del país. Es importante considerar que la muestra aleatoria es posible extrapolarla para tener una idea representativa de 4’621.000 hogares o 11’426.987 personas en el Ecuador.

De la muestra, 65,3% de hogares ecuatorianos tiene NNA. Pablo Samaniego, docente de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Coordinador del Laboratorio de Estudios sobre la Niñez y Adolescencia, presentó los principales resultados.

En general, los hogares con niños, niñas y adolescentes presentan mayores dificultades socioeconómicas luego de la pandemia. La crisis golpeó en gran medida a este grupo de la población, pues representa una serie de restricciones relacionadas, en primer lugar, con el mercado laboral y acceso a la educación, que está estrechamente relacionado con la disponibilidad y el acceso de conexión y herramientas tecnológicas.

Asimismo, el incremento del desempleo y la reducción de horas trabajadas implican una menor disponibilidad de recursos monetarios y, por ende, mayores dificultades para cubrir las necesidades de los hogares. El impacto se ve reflejado en peores condiciones de vida, como aumento en los indicadores de pobreza multidimensional y también en indicadores alarmantes de seguridad alimentaria.

LOS HOGARES SIN INFANTES ALCANZAN MEJORES NIVELES SOCIOECONÓMICOS

La situación inicial de los hogares con NNA refleja un menor nivel de vida. Es decir, que un hogar cuente con infantes, significa que requiere una mayor cantidad de recursos dado que el ingreso per cápita del hogar es menor mientras más miembros lo conformen. Estos hogares deben asumir el peso de los costos que implica la formación y los cuidados de un infante, clave para su desarrollo de largo plazo.

De la muestra considerada en la encuesta, 60% de hogares sin NNA se distribuye entre ingreso bajo y medio. Mientras que, si tomamos en cuenta los hogares con NNA, 67% del total se concentra hasta un nivel socioeconómico medio (Gráfico 1). Es decir, hay mayor probabilidad de que un hogar con infantes se establezca en un estrato menor.

Gráfico 1

Nivel socioeconómico según tipo de hogar

 

 

Otro indicador relevante a considerar es el nivel de educación, dado que hay una estrecha y positiva relación entre ingresos y nivel educativo. Al estas variables relacionarse, en el contexto actual de pandemia, ha implicado un mayor reto para los hogares.

El Gráfico 2 representa una realidad en la que los hogares con niños, niñas y adolescentes enfrentan menores índices de educación. 71,96% de los hogares sin NNA cuenta con una educación hasta secundaria. Mientras que los hogares con NNA sobrepasan los 80 puntos hasta secundaria, pero se concentra un 10% más en niveles educativos bajos (menos que secundaria), por lo tanto, es menor la proporción de personas que alcanzan estudios de tercer nivel.

Gráfico 2

Nivel educativo según tipo de hogar

 

 

EN 75% DE HOGARES CAYERON LOS INGRESOS EN EL 2020, REDUCIENDO  LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

A finales de 2019 se contabilizaba un incremento de la pobreza, reducción de empleo pleno e incremento del subempleo y aumento de la desigualdad. Así, el país entró en el 2020 en un escenario difícil amplificado por la pandemia del coronavirus. Como resultado, un tres de cada cuatro hogares vieron reducidos su nivel de ingresos en comparación con el periodo pre pandemia. La explicación subyace en que en 66% de los hogares, al menos un miembro perdió su empleo.

En hogares con NNA la situación resulta aún más desafiante. Hasta diciembre de 2020, 80,4% de hogares afirma recibir un ingreso menor al lapso anterior a la pandemia. Y en este mismo grupo de estudio se encontró que en siete de cada 10 al menos uno de sus integrantes perdió el empleo (Gráfico 3). Esto contrasta con los hogares sin NNA, en los que seis de cada 10 afirman que al menos uno de sus miembros perdió el empleo.

De igual manera, existe una diferencia entre quienes perdieron o dejaron su empleo en los hogares con NNA. Solamente 28% de hogares con NNA mantuvieron su empleo en contraste con 39% de hogares sin NNA, pese a que los primeros requieren más de esos ingresos por la cantidad de miembros que tiene que sostener.

Gráfico 3

Hogares que perdieron el empleo o dejaron de trabajar entre marzo y junio de 2020 (en %)

 

 

Justamente, estos hogares enfrentan más riesgos, incluso en su seguridad alimentaria. Según estimaciones de la Unicef, por la caída de los ingresos, 2,3 millones de personas podrían enfrentar inseguridad alimentaria. En la encuesta se determinó que en los hogares con personas que perdieron el empleo o dejaron de trabajar y cuentan con niños en su estructura, es mayor la posibilidad de que enfrenten inseguridad alimentaria (Gráfico 4).

Y con ello se puede estimar una mayor probabilidad de desnutrición infantil en el país, indicador que en 2018 mostraba que uno de cada cuatro niños menores de 5 años estaba en una condición de desnutrición crónica. Sin lugar a dudas, en un plan de política económica, considerar esta realidad es un hecho que debe presentar propuestas sólidas que mitiguen el impacto y generen una reducción sostenida del hambre.

El gobierno ha tratado de fortalecer la seguridad alimentaria de los niños, niñas y adolescentes mediante la dotación de su colación. Sin embargo, en el contexto de educación en línea resulta muy complejo repartir colaciones a todos los niños, especialmente en el sector rural.

Gráfico 4

Nivel de seguridad alimentaria en hogares que perdieron el empleo o dejaron de trabajar entre marzo y junio de 2020

 

 

En general, los hogares de niveles socioeconómicos más bajos (bajo, medio-bajo y medio), fueron los más afectados, dado que perdieron la mitad de sus ingresos y por lo tanto su nivel de seguridad alimentaria se vio notablemente reducido.

EL CELULAR ES EL PRINCIPAL DISPOSITIVO USADO PARA LA EDUCACIÓN VIRTUAL

En el aspecto educativo, el nuevo proceso de clases virtuales requiere de acceso a internet (conectividad) y herramientas tecnológicas. A pesar de ello, 92% de hogares con niños entre 5 y 11 años matriculó a todos o alguno de ellos. Mientras que en hogares con NNA de entre 12 y 17 años 93% se matricularon.

El acceso y uso de medios tecnológicos es homogéneo con relación al nivel socioeconómico. La solución de muchos hogares del país ante la falta de dispositivos tecnológicos para la educación ha sido el uso de teléfonos celulares. Mientras menores recursos dispone el hogar, más probable es que los estudiantes se conecten a clases virtuales haciendo uso de celulares (Gráfico 5).

La educación varía según el tipo de institución: pública, fiscomisional o privada. En el caso de las instituciones privadas, las clases virtuales son más prolongadas, contrario a las instituciones educativas públicas, cuyo promedio de horas clase es de dos horas. Incluso, en muchos casos, la educación bajo estas condiciones se ha hecho simplemente a través de mensajes de WhatsApp.

Esta modalidad requiere del acompañamiento de un adulto. Por lo que la encuesta ha demostrado que más de 80% de este apoyo lo realizan las mujeres o las madres de familia. Esto implica también mayor peso para ellas, pues en su mayoría deben repartir su tiempo entre su trabajo productivo, los cuidados del hogar y ahora el acompañamiento en la educación de sus hijos.

Gráfico 5

Hogares con NNA de entre 5 y 11 años, según nivel de utilización de celular y computadora para conectarse a clases, por nivel socioeconómico (%)

 

 

A pesar de los esfuerzos por mantener la continuidad en la educación y adaptarse a la “nueva normalidad”, 44% de la muestra califica a la educación como regular o mala, y este porcentaje se incrementa si se consideran a estudiantes de instituciones educativas públicas.

Con este marco, la Unicef proyecta que 3,1 millones de niños, niñas y adolescentes caerán en pobreza multidimensional. El esfuerzo fiscal requerido es de $ 2.599 millones (2,4% del PIB) para mitigar el impacto de la pandemia mediante el fortalecimiento del sistema de protección social. Esta propuesta tendría un impacto en 715 mil familias con NNA. Otra propuesta es realizar transferencias directas para que, al menos, los hogares más vulnerables puedan cubrir las necesidades más básicas y mejorar sus condiciones de vida.

El rol de Estado en estas circunstancias es fundamental ya que es el único agente que puede redistribuir los recursos para sostener a los más vulnerables. Conforme a la estructura socioeconómica del país, la demanda de los servicios públicos es muy elevada. Por lo que requiere fortalecer dichas instituciones y mejorar la provisión de salud, educación, seguridad alimentaria y protección social.

 

(*) Analista economía Revista GESTIÓN.

 

 

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Last modified on 2021-02-14

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