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Autor: Revista Gestión

El confinamiento obligatorio y el cese de ciertas actividades económicas en el marco del COVID-19 redujo hasta en 31% el material particulado fino (PM2,5), uno de los principales contaminantes de las urbes en Ecuador. Este efecto posiciona a Quito entre las tres capitales de la región con menores niveles de PM2,5. Además, la contaminación del aire puede provocar enfermedades cardiacas o cerebrovasculares; dichas enfermedades son algunas de las principales causas de muerte en el país.

La contaminación del aire representa actualmente un eminente riesgo ambiental para la salud, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En un informe de la CEPAL publicado en julio del presente año, se evidencia las mejoras considerables en la calidad del aire de la región a partir de las cuarentenas obligatorias. Estos efectos positivos ayudarán a reducir, al menos en el 2020, las muertes por contaminación, pues se atribuía 300.000 fallecimientos anuales por dicha causa en el continente americano.

Tres son los principales contaminantes del aire que se concentran en las urbes debido, principalmente, a la actividad humana; estos son: el dióxido de nitrógeno (NO2), el material particulado (PMx) y el dióxido de azufre (SO2). Aunque estas sustancias pueden generarse mediante procesos naturales como, por ejemplo, el polvo, las cenizas volcánicas y la niebla, las causas principales recaen en la quema de combustibles fósiles, el transporte, las industrias, las fundiciones, la calefacción, algunos tipos de cocinas, entre otros.

En Quito, el principal contaminante es el material particulado grueso (PM10) y el fino (PM2,5), que son partículas inhalables compuestas de sulfato, nitratos, amoníaco, cloruro de sodio carbono negro, polvo mineral y agua. El origen primario de estas partículas contaminantes se debe a efectos que provocan los combustibles sólidos, los motores de los vehículos y los procesos industriales, que emiten partículas directamente a la atmósfera.

Las cuarentenas obligatorias y la paralización de ciertas actividades económicas en el marco de la pandemia del coronavirus han impactado positivamente en la mayoría de los países del mundo. Pese a que hay muchos factores detrás de la contaminación, este cese de actividades ha mejorado notablemente la calidad del aire. Este fue el caso de Ecuador.

El Gráfico 1 refleja la disminución notable de PM2,5 con respecto al año pasado entre marzo a mayo. A partir de la declaración del confinamiento, el 16 de marzo, hubo una constante y significativa caída de concentración de material particulado en la capital que se ha mantenido hasta finales de mayo. Previo al confinamiento, el nivel de PM2,5 estaba por encima de los 150 puntos, es decir, sobre el nivel considerado no saludable para los grupos sensibles. La disminución registrada en la actualidad está entre 31% a un 10% con respecto al mismo período del año anterior, por lo que ahora se encuentra por encima del nivel de riesgo moderado.

Gráfico 1

Promedio semanal de las concentraciones máximas diarias de material particulado fino (PM2,5) en Quito entre marzo y mayo del 2020

Revista Gestion

 

Esta mejora en el aire de Quito ha sido una de las más significativas entre algunas capitales de la región: Ciudad de México, Bogotá, Lima, Quito, Santiago de Chile y Sao Paulo. El nivel de PM2,5 se encuentra sobre poco más de los 100 puntos, ubicándose entre los tres mejores junto con Bogotá y Santiago de Chile.

LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE PODRÍA SER CAUSANTE DE DOS DE LAS TRES CAUSAS PRINCIPALES DE MUERTE DE LOS ECUATORIANOS

Más allá del riesgo ambiental también está el riesgo sobre la salud humana. La contaminación del aire provoca una serie de enfermedades como los accidentes cerebrovasculares, las enfermedades del corazón, el cáncer de pulmón y las enfermedades respiratorias agudas y crónicas como el asma. Esto podría tener impacto directo en los ecuatorianos, considerando que las enfermedades isquémicas del corazón y las enfermedades cerebrovasculares son la primera y tercera causa principal de muerte en el país, respectivamente, según el INEC.

Es por ello que reducir la contaminación del aire es un reto para los gobiernos, que además se contempla en el ODS 11 correspondiente a las “Ciudades y Comunidades Sostenibles”. En este caso, el COVID provocó una externalidad positiva -reducir la contaminación del aire- pero no sostenible. A medida que las actividades se normalicen es probable que todos los indicadores de contaminación retomen su curso creciente. Por tanto, es necesario aplicar políticas sustentables para sustituir ciertas actividades altamente contaminantes por alternativas amigables con el ambiente.

 

Elaborado por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.

 

 

 

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Last modified on 2020-08-06

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