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Autor: Julián Messina *

Durante mucho tiempo los economistas creían que la desigualdad en el mercado laboral podía explicarse principalmente por las diferencias en materia de habilidades. Los trabajadores experimentados, con una excelente educación y bien cualificados tendían a ser mejor remunerados por el mercado laboral que los trabajadores que carecían de dichos méritos. Las empresas no tenían ninguna relevancia en este paradigma. Los trabajadores eran remunerados por su productividad: independientemente de qué tipo de empresas los emplearan.

Pero ese paradigma ahora ha cambiado. En los últimos 20 años, los economistas han tenido que aceptar que los trabajadores del mismo nivel de habilidades pueden ser remunerados de forma muy diferente porque trabajan en diferentes tipos de empresas. Sin embargo, solo en la última década, e incluso más recientemente en América Latina, los economistas han contado con las herramientas para cuantificar y documentar el papel de las empresas en la dinámica de las desigualdades.

Reducción generalizada de la desigualdad

Es precisamente la existencia de estas nuevas herramientas lo que nos ayuda a explicar cómo disminuyó la desigualdad salarial en la región en la primera década del 2000. Dicha disminución fue significativa. Según lo documentamos Joana Silva y yo en nuestro reciente libro, Desigualdad del Ingreso en América Latinala desigualdad disminuyó en 16 de los 17 países analizados, especialmente con grandes reducciones para los exportadores de materias primas de América del Sur.

La disminución de la brecha salarial entre los trabajadores cualificados y los no cualificados, seguramente contribuyó a esta caída, y fue consecuencia de numerosos factores, incluyendo el aumento de la demanda de trabajadores poco cualificados durante el auge de las materias primas y la creciente oferta de trabajadores más experimentados y mejor educados. Pero estos factores distan mucho de ser los únicos. De hecho, como lo examinamos en detalle en el libro, más de la mitad de la reducción de la desigualdad se produjo no entre los trabajadores cualificados y los no cualificados, sino entre trabajadores con niveles de habilidades similares.

¿Cuáles podrían ser las causas de la reducción de las diferencias salariales entre los trabajadores del mismo nivel de habilidades? Logramos desentrañar los distintos factores gracias a la muy reciente disponibilidad de nuevas herramientas: los registros de las administraciones del seguro social que permiten a los investigadores hacer seguimiento tanto de los trabajadores como de las empresas a lo largo de sus vidas.

Para los investigadores en los países desarrollados como Alemania y Estados Unidos, estos registros se han dado a conocer a medida que las administraciones del seguro social han ido encontrando formas de mantener anónimos los nombres de los trabajadores y las empresas al tiempo que suministran la información relevante. En algunas partes de América Latina, ese proceso ha tenido lugar solo en los últimos tres o cuatro años. Pero afortunadamente, se está llevando a cabo y cada vez hay más información accesible.

Documentando cambios de la desigualdad entre las empresas

En una investigación en curso, Joana Silva y yo actualizamos y ampliamos las conclusiones del libro. Utilizando información del seguro social de dos exportadores de materias primas de América del Sur en donde la desigualdad salarial se redujo drásticamente — Brasil y Ecuador — así como información de Costa Rica, donde la desigualdad aumentó, logramos documentar los cambios en la desigualdad salarial entre las empresas. En Costa Rica, la diferencia salarial entre las empresas se amplió, mientras que, en Ecuador, y aún más en Brasil, la diferencia salarial entre las empresas disminuyó durante la primera década del 2000. Creemos saber, aunque aún a manera de hipótesis, a qué se debió esto.

Cuando las exportaciones de materias primas se dispararon, Brasil y Ecuador recibieron grandes flujos de dinero que dio lugar a grandes aumentos del consumo de sus ciudadanos, empresas y gobiernos. Las monedas locales se revalorizaron. A raíz de esto, las empresas más productivas de las economías, los fabricantes que vendían en el extranjero y pagaban los salarios más altos, se toparon con dificultades para exportar. Esto hizo que algunas de esas empresas simplemente dejaran de pagar salarios tan altos a sus empleados o hicieran recortes de personal, liberando trabajadores hacia otras partes de la economía con salarios más bajos.

Esto aminoró la gran diferencia salarial entre empresas exportadoras de manufacturas y empresas manufactureras menos productivas limitadas al mercado doméstico, reduciendo la desigualdad salarial entre los trabajadores. Un proceso similar se produjo entre las empresas relacionadas con servicios que exportaban y aquellas que no exportaban, dando lugar también a la reducción de las diferencias salariales.

Aumento de la desigualdad en Costa Rica

En Costa Rica, en cambio, que es un importador neto de materias primas, y no un exportador neto, sucedió lo contrario. La desigualdad salarial aumentó, no solo a consecuencia de la creciente brecha entre los trabajadores cualificados y los no cualificados sino también arrastrada por una mayor desigualdad entre las empresas —  una dinámica similar a la que se ha dado en las últimas décadas en Estados Unidos y en otras economías desarrolladas. Costa Rica es el único estudio de caso de la región donde eso sucedió, y, por lo tanto, es difícil saber las razones. Pero siendo uno de los países tecnológicamente más avanzados de América Latina, es probable que factores tecnológicos, similares a los de otros países desarrollados, hayan jugado un papel en el aumento de la desigualdad.

Aún se requiere mucha investigación, entre otras cosas, para determinar si la reducción de la desigualdad salarial ha persistido a pesar de la recesión económica de la región en los últimos años. América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo, aparte del África Subsahariana. Sin embargo, mientras que la desigualdad ha aumentado vertiginosamente en numerosas partes del mundo desarrollado, incluyendo Estados Unidos, disminuyó con fuerza en América Latina. Ahora contamos con las herramientas para documentar cómo los cambios en la composición de las empresas — así como los cambios entre los trabajadores — han marcado la diferencia.

 

*Julián Messina es actualmente economista investigador del Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Antes de unirse al BID, trabajó en el Banco Mundial y el Banco Central Europeo. Fue profesor en las Universidades de Barcelona GSE, Georgetown, Girona, Frankfurt y Mainz. 

Last modified on 2019-05-13

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