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Autor: Revista Gestión

En el primer trimestre del 2020, el Ecuador exportó 34,92 millones de barriles de petróleo, equivalente a $ 1.327,35 millones. Por el lado de la minería, entre enero y mayo se exportaron 3.073 kilogramos de oro y plata, lo que representa ingresos por $ 108,4 millones, y otros $ 1,7 millones en exportaciones de cobre. Las actividades extractivas han tomado relevancia desde 1970, con las primeras exportaciones de petróleo, sin embargo, esta abundancia de recursos no se traduce en la reducción de la pobreza.

Las actividades relacionadas con las materias primas caracterizan a la economía ecuatoriana. Desde los años 70, las actividades extractivas tomaron un rol preponderante en la economía, llegando incluso a representar cerca de 70% de las exportaciones totales en el boom petrolero. Desde entonces, el desempeño de la industria petrolera ha sido un punto de referencia para los resultados de crecimiento nacional.

El 2020 ha sido un año complejo para el sector petrolero y para la economía en general. Ecuador atravesó por una serie de dificultades más allá del detrimento en los precios del petróleo por la caída de la demanda mundial a causa de la pandemia. En abril, tres tuberías para transportar petróleo y combustibles – el Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), el Oleoducto privado de Crudos Pesados (OCP) y el Poliducto Shushufindi-Quito- sufrieron daños afectando la producción petrolera y causando severos daños ambientales, mientras que el sector minero se está incorporando al mercado nacional como otra fuente de ingresos para el país. 

Las exportaciones de petróleo crudo en el primer trimestre de 2020 alcanzaron los $ 1.327,35 millones con una variación interanual negativa de -25,3%, mientras que la exportación de oro, plata y cobre llegó a $ 110 millones. Las exportaciones de estos recursos significan para el país ingresos disponibles y refuerzan la balanza comercial.

El Gráfico 1 muestra la relación -y dependencia- de las actividades extractivas con el Producto Interno Bruto (PIB). Se puede distinguir el movimiento cíclico entre estas variables, por lo que cuando la variación de exportaciones de las industrias extractivas ha sido positiva, el PIB también reacciona de manera creciente.

Gráfico 1

Variación anual de las exportaciones de recursos extractivos y del PIB entre 2008 al I-q 2020

Revista Gestion

*Variación del trimestre interanual en 2020.
 Fuente: BCE.

 

¿QUÉ IMPACTO TIENE LA PRODUCCIÓN PETROLERA EN LA POBREZA?

En cambio, del otro lado está la pobreza, que es una variable contra cíclica, pues a medida que existe mayor crecimiento del PIB, la pobreza tiende a disminuir. Dado que el petróleo constituye un porcentaje representativo del PIB, tiene efectos indirectos en los indicadores sociales.

La producción del petróleo crudo responde a la demanda del mercado nacional e internacional, mientras que la pobreza responde a una serie de factores económicos, sociales y culturales. Es por ello que la variación de la pobreza es más pronunciada; si bien reacciona de manera contraria al desempeño del sector petrolero, también reacciona ante muchos otros factores.

El Gráfico 2 evidencia cómo en todos los años -excepto 2019- la variación de pobreza cae cuando se incrementa la producción de petróleo y aumenta cuando se desacelera la producción. Por ejemplo, en 2009 la variación de pobreza fue positiva, es decir, la pobreza creció en 2,7%, mientras que la producción petrolera se contrajo ese año en -4%. Contrario al 2011 cuando la producción petrolera creció en 2,8% y la pobreza se redujo en -12,6%.

Por tanto, la pobreza ha reaccionado en todos los años de manera abrupta en comparación con la producción nacional. Y esto se da por las demás variables económicas que favorecen al PIB y mejoras sociales que se hayan dado.

Gráfico 2

Variación de pobreza vs variación de producción de petróleo

 

Sin embargo, y aunque pareciera que una mayor producción petrolera incide directamente en la reducción de la pobreza, no es tan así. En el año 2000, por ejemplo, la pobreza nacional era de 64,4% y en 2019 se alcanzó una tasa del 25%. En estos casi 20 años, la pobreza logró reducirse sustancialmente en -39,4%. Durante ese tiempo, el VAB petrolero no tuvo en crecimiento importante, contrario al VAB no petrolero (Gráfico 3).

Desde el 2000 al 2019, el VAB petrolero tuvo un crecimiento de 34,6% y el no petrolero de 104%, marcando una gran diferencia entre estos sectores. Además, en valores nominales en el 2000 el VAB no petrolero aportó a la economía con $ 30.962,6 millones y en 2019 con $ 63.123,4 millones, mientras que el VAB petrolero se ha mantenido entre los $ 4 a $ 7 mil millones.

Por tanto, la evidencia demuestra que la extracción de recursos no es el factor que ha reducido los problemas socioeconómicos del país, pues no han tenido una incidencia real.

Gráfico 3

VAB Petrolero y VAB No Petrolero en miles de dólares desde 2000 a 2019

 

Si bien existe una relación entre pobreza y petróleo, esta no es consistente, al menos no en el largo plazo. El sector petrolero, y las actividades extractivas en general, recibe una fuerte inversión extranjera directa y requiere de mucha mano de obra especializada. Aunque requiere también de mano de obra no cualificada, las remuneraciones son bajas, y en ocasiones, son puestos de trabajo que funcionan a modo de servicios, es decir, no cuentan con derechos laborales.

¿PUEDE LA MINERÍA SER EL NUEVO PETRÓLEO?

La minería está en la mira como el potencial recurso que lleve a un nuevo “boom” en la historia económica ecuatoriana. En los últimos 13 años se ha visto mayor presencia de esta industria dando paso a la explotación y funcionamiento de dos de cinco proyectos estratégicos: la mina Fruta del Norte y la mina Mirador ubicadas en la provincia de Zamora Chinchipe.

Del 2007 al 2019, la explotación de minas y canteras tuvo un crecimiento de 62,1%, pasando de representar 0,29% del PIB en 2007 a 0,47% en 2019. Desde 2007 hasta la actualidad, las exportaciones de oro, plata y cobre han generado $ 3.882 millones. Y aunque este sector aún no pese en gran medida en los ingresos nacionales, se espera que en los próximos años tenga un alcance representativo del 4% del PIB.

Las actividades extractivas han generado y generan ingresos importantes para el país. Sin embargo, el manejo de dichos recursos debe tener especial cuidado. Depender de ingresos altamente volátiles en los mercados no es sostenible, mucho menos si de ello depende el pago de cuentas corrientes, razón por la que deben ser utilizados para promover otras industrias que amplíen la capacidad productiva nacional para absorber la oferta laboral, reducir la pobreza y dar paso a un desarrollo sostenible.

 

Por: Karen Lucero, redacción Revista GESTIÓN.

 

 

 

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Last modified on 2020-09-04

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