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Autor: Revista Gestión *

El sector textil y confección aporta cerca del 1% al PIB nacional, pero las limitaciones de producción y distribución por las medidas para evitar los contagios de covid-19 le generaron fuertes estragos. En el 2020 el sector cayó en -9,9% entre enero y septiembre, mientras las ventas se redujeron en -40% entre marzo y diciembre. Junto a ello se perdieron más de 10 mil empleos formales de enero a agosto del 2020. Ante esta situación se ha propuesto un Plan de Mejora Competitiva.

Los efectos de la crisis sanitaria han golpeado a la mayoría de los sectores de la economía. En el caso del sector textil han sido profundos, ocasionando una contracción importante del sector. La industria textil y de confección es de suma importancia en la economía nacional, representa 5,9% del sector industrial y aporta cerca de un punto porcentual al PIB (0,8%).

Pero, además, es el sector que tiene más encadenamientos productivos. Javier Díaz, presidente ejecutivo de la Asociación de Industriales Textiles del Ecuador (AITE), indica que este sector tiene encadenamientos con 33 sectores, convirtiéndose en el más encadenado de todas las industrias. Sin embargo, tuvo fuertes restricciones durante el 2020 por el confinamiento. Esta medida implicó que muchas empresas textiles no puedan producir por un tiempo, pero tampoco podían distribuir sus productos al no ser considerados bienes de primera necesidad. Aquello fue una prueba de liquidez y resiliencia.

El resultado fue una contracción interanual de -9,9% entre enero y septiembre de 2020 en la fabricación de productos textiles, prendas de vestir, fabricación de cuero y artículos de cuero, siendo el cuarto más afectado del sector industrial (Gráfico 1).

Gráfico 1

PIB industrial y variación por rama del sector

 

 

Pero el impacto se ve más profundizado desde el lado de las ventas. El SRI reporta que en 2020 entre el sector textil y de confección hubo un total de $ 886 millones de dólares de ingresos por ventas, cuando en el 2019 fueron $ 1.386 millones de dólares. Es decir, las ventas se desplomaron en -36% el año pasado (Gráfico 2). Y, si solo se revisa el periodo más fuerte de la pandemia, entre marzo y diciembre de 2020, la caída fue de -40%.

Aunque no fue un efecto exclusivo del país, pues la industria textil, de confección y moda ha caído a nivel mundial. Principalmente porque la gente dejó de comprar lo que normalmente compraba en ropa.

Las previsiones para el sector no son muy alentadoras. Díaz menciona que “los dos primeros meses del año no han sido buenos, sigue la tendencia a la baja en ventas, aunque obviamente será algo mejor que en 2020, pero frente al 2019 sigue a la baja. Hay pronósticos que nos tomará todo este año y quizás parte del siguiente llegar a ciertos niveles normales de ventas”. Por eso indica que el futuro depara un cambio del modelo productivo, ver más al consumidor, pues esa será la clave para revertir lo más pronto esta situación.

Gráfico 2

Datos de ventas

 

 

UN CUARTO DE LOS TRABAJADORES DEL SECTOR TEXTIL Y CONFECCIÓN SE DESPLAZÓ A LA INFORMALIDAD O AL DESEMPLEO

La contracción del sector ha ido de la mano con el cierre de medianas y pequeñas empresas que acogían un número importante de trabajadores. A enero de 2020 el sector tenía 40.666 trabajadores, pero en tan solo siete meses -a agosto del mismo año- los empleos formales cayeron a 30.545 (Gráfico 3).

Es decir, en ese corto tiempo un cuarto de los trabajadores textiles se desplazó a la informalidad o al desempleo. Esta caída se dio con mayor fuerza en las empresas que confeccionan prendas de vestir que en las de producción de textiles.

“Sabemos que el año pasado cinco empresas medianas de la industria textil cerraron: cuatro textiles y una de confección”, señala Díaz. Pero indica que para las pequeñas empresas del sector no hay un número concreto, aunque se estima que son muchas para explicar la caída abrupta de empleos. “Yo no creo que sea menos de 200 a 300 unidades productivas las que hayan dejado de ser formales -al menos- y muchas de ellas desaparecieron”, dice.

Gráfico 3

Afiliaciones al IESS del sector textil

 

 

FUNCIONAR EN PANDEMIA FUE COMPLICADO PARA EL SECTOR TEXTIL

María José Pinto, de empresas Pinto, cuenta cómo lograron adaptarse a las condiciones de pandemia y sostener a su empresa. “Tuvimos que empezar a hacer mascarillas, no solo por el bienestar de la empresa y de sus empleados, sino para nuestros consumidores. En esa época no era fácil conseguir mascarillas y ayudando al ambiente decidimos hacer mascarillas reutilizables con todas las condiciones de seguridad que debían brindar”.

Indica que pese a que empresas Pinto ya tenía una plataforma digital, las ventas eran esporádicas, pero por las restricciones de movilidad y el cierre de centros comerciales fue la única forma de adquirir sus productos. Sin embargo, sacar los permisos para movilizar las prendas también fue complicado porque no eran considerados productos de primera necesidad. Pero gracias a las mascarillas y sobre todo demostrando a las autoridades que también se vendía ropa interior -que sí son bienes de primera necesidad- lograron obtener los permisos para seguir operando y distribuyendo sus productos.

Además, señala que trabajar en la planta fue complicado porque las leyes no eran muy claras; por ejemplo, no se sabía cuántas personas podían estar en la empresa trabajando. Por ello, el contacto con las autoridades fue importante “para que nos dejen trabajar” porque al no ser alimentos era difícil sacar permisos de trabajo. Progresivamente se ha ido incrementando la capacidad operativa con las medidas de bioseguridad necesarias.

Después encontraron otro reto al ver un cambio en el consumidor. “El consumidor ya no estaba consumiendo lo que antes compraba. Y escuchar la demanda de los consumidores estando en su casa fue la fase más importante que tuvimos”, menciona Pinto.

UN MERCADO POTENCIAL OBSTRUIDO POR LAS ACCIONES DEL GOBIERNO

En el sector, las importaciones tuvieron una caída de -19% del volumen importado en productos textiles, desde materias primas hasta productos terminados. En tanto que las exportaciones tuvieron un crecimiento marginal del 1%.

El contexto de la pandemia hizo que el mercado de ciertos bienes crezca vertiginosamente, como el de las mascarillas. Sin embargo, este producto fue importado y no logró ser cubierto por la industria nacional ¿por qué?

Díaz explica que para cuando se empezó a importar mascarillas, por el mes de junio, el sector textil nacional sí tenía la capacidad de cubrir este nicho. Pero el gobierno prefirió hacer una ronda de negociación con industriales colombianos para comprar las mascarillas en lugar de hacerlo con la industria textilera del país.

Desde que se determinó que cada hospital contrate directamente con los proveedores, se perdió la posibilidad de hacer un proyecto pese a que el sector de textil y confección sí se reunió con el gobierno. Pero nunca se logró concretar un modelo que garantice que la compra podía hacerse a la industria nacional. Se prefirió importar mascarillas, la mayor parte vino de China y fue el gran ganador en estos bienes. En tanto que la industria nacional podía haber generado mucha confección para sostener al sector. “Eso hubiera ayudado tal vez a detener la caída precipitada de ventas y, por tanto, del empleo, pero lastimosamente no funcionó el modelo de contratación pública de emergencia”, concluye.

ESTRATEGIA DEL SECTOR TEXTIL: PLAN DE MEJORA COMPETITIVA

Ante la difícil situación del sector textil se ha creado un Plan de Mejora Competitiva a cargo de una alianza estratégica entre la Asociación de Industrias Textiles del Ecuador (AITE) y la Corporación de Promoción de Exportaciones e Inversiones (CORPEI). A través del proyecto buscan diseñar e implementar un plan de mejora competitiva del clúster textil y de la confección ecuatoriana, con enfoque en la internacionalización de productos. Además de generar diálogos públicos-privados que brinden apertura a las estrategias del sector en el corto, mediano y largo plazo.

“Vamos a ser un sector que atienda al mercado local pero también que exporte y que exporte más”, indica Díaz. Además, menciona que con el proyecto habrá más plazas de empleo, inversión, producción y señala que, aunque definitivamente el mercado interno es importante, las exportaciones permitirán tener crecimiento con mayor certeza.

Los líderes de esta iniciativa se han reunido con el vicepresidente de países del BID, Richard Martínez, e indican que el organismo lo ha visto con buenos ojos. La intención es conseguir cooperación técnica del BID para desarrollar este plan. Estiman un plazo de alrededor de ocho meses desde marzo 2021 para cumplir las cinco etapas que contempla el proyecto.

El plan tiene como uno de sus pilares el fortalecimiento del clustering, teniendo como una herramienta potente la formación profesional dual para mejorar competitiva y productivamente y generar empleo de calidad. Pero además, el desarrollo del clúster territorial estará en función de las distintas vocaciones que tiene cada provincia. Díaz informa que Ecuador tiene cinco provincias principalmente textileras: Pichincha, Guayas, Azuay, Imbabura y Tungurahua, que agrupa a Cotopaxi y Chimborazo

En tanto, el proyecto atiende a nueve de los 17 ODS del PNUD de la ONU. “Proponemos desarrollar una nueva oferta de valor de la industria textil y confección ecuatoriana con un enfoque hacia el consumidor, dando significativa importancia al cambio climático, aportando a la reducción de la brecha de género, generando oportunidades de empleabilidad”, apunta Díaz. Y añade que esto se logra mediante la inclusión del sector en la digitalización, es decir, en la transformación digital, en la revolución industrial 4.0. Además, hace énfasis en la internacionalización de productos para desarrollar cadenas regionales de valor.

Con la marcha del plan esperan pasar de las 32 mil plazas de empleo adecuado a quizás 100 mil. “Si logramos mejorar nuestras ventas de exportación, especialmente, hay una estadística mundial que indica que por cada $ 10.000 dólares de venta de exportación se genera una plaza de empleo directo en la confección. Entonces, si logramos saltar de $ 100 a $ 300 millones de exportación hay una opción enorme de generar empleo”, explica el representante de AITE. En este momento están a la espera conseguir la cooperación técnica del BID para poner en marcha el proyecto.

Por otro lado, se ha creado un Consejo Ciudadano Sectorial con el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca (MPCEIP) para crear estrategias junto al sector privado. Mediante este consejo se hará presión al gobierno para que implemente las medidas adecuadas para fomentar la inversión, producción y exportación del sector productivo.

Del gobierno saliente, el consejo espera que antes de culminado el período se concrete la reforma arancelaria que van esperando prácticamente desde hace tres años, aunque al parecer aquello no ocurrirá. Esta reforma está enfocada en la reducción de tarifas arancelarias para materias primas, insumos, maquinarias y repuestos que no se fabrican o producen en el país. Por lo que ayudaría a incrementar su capacidad productiva, mejorar su calidad y precios y, por ende, incrementar su competitividad.

En tanto que para el siguiente gobierno queda mucho por trabajar con el Consejo Ciudadano Sectorial del MPCEIP. Del lado comercial, el consejo impulsa todos los acuerdos, específicamente buscarán: el fortalecimiento del Acuerdo Comercial Multipartes con la Unión Europea, la Alianza del Pacífico, los acuerdos comerciales con México, Estados Unidos y Caricom, así como con China (especialmente para el sector bananero y camaronero).

Para incrementar la competitividad, el consejo propone la devolución condicionada simplificada o drawback, la creación de ecosistemas de innovación, un fondo de fomento a la producción, una reforma laboral, el análisis de precios de sustentación y el combate al comercio ilícito. “No podemos seguir aplazando esta modificación, hay que buscar la manera de generar una gran discusión en el país para tener un pacto amplio en lo que respecta a la reforma laboral”, dice Díaz respecto a la necesidad de la reforma laboral.

Mientras que por el lado tributario apoyan la eliminación del ISD para ser más atractivos a la inversión y, además, esperan retomar el esquema de declaraciones en función del décimo dígito del RUC.

Queda mucho por hacer para mejorar la competitividad de la producción nacional, pero urge la necesidad de tomar cartas en el asunto. El gobierno de Lasso, considerando su ideología de derecha, podría ver positivamente las propuestas del consejo. Pero cabe mencionar que varias medidas podrían atentar contra la producción nacional, por lo que deberán ser bien analizadas antes de implementarlas.

 

(*) Elaborado por Karen Lucero, redacción Revista Gestión.

 

 

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Last modified on 2021-05-02

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