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Autor: Gabriela Andrade *

De acuerdo con el estudio Identificación de los factores de riesgo de violencia de género en el Ecuador como base para una propuesta preventiva, la violencia de género está relacionada con ciertas características personales de las mujeres y atributos propios de la relación en pareja. En dicha investigación, se evidencia que las mujeres jóvenes, indígenas, con baja escolaridad y elevada tolerancia a la violencia tienen mayor probabilidad de sufrir agresiones físicas y psicológicas por parte de su pareja. A su vez, este tipo de agresiones son más comunes cuando existen tensiones en la pareja, las relaciones tienen más años de duración y las mujeres toman decisiones de manera individual y autónoma. Sin embargo, más del 90% de las víctimas no denuncian a causa del estigma social y la falta de confianza en las instituciones.

CUATRO DE CADA 10 MUJERES HAN SUFRIDO VIOLENCIA DE PAREJA A LO LARGO DE SU VIDA

Según ONU Mujeres (2022), la violencia de género representa un problema a escala mundial con graves afectaciones para la salud pública. Asimismo, este tipo de agresiones contra las mujeres constituye una forma de discriminación y una violación a los derechos humanos, ya que produce enormes perjuicios a la sociedad y sufrimiento a las familias. Igualmente, dicha problemática causa desigualdades de género, debido a que impide la realización personal y el desarrollo de capacidades de las mujeres.

En Ecuador, el INEC (2019) registra que 64,9% de mujeres ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de toda su vida y 31,6% ha sido víctima de agresiones en los últimos 12 meses. En ambos casos, la violencia psicológica, física y sexual son más comunes, mientras que la violencia patrimonial suele ser menos predominante. De igual forma, se evidencia una mayor prevalencia en la violencia de pareja, dado que el 42,8% y el 18% de las mujeres ha sufrido dichas agresiones durante su vida o en el último año, respectivamente (Gráfico 1).

Gráfico 1

Violencia contra las mujeres por ámbito

La violencia de género no solo tiene repercusiones negativas para las víctimas, sino también para la sociedad en su conjunto, puesto que genera grandes pérdidas económicas para el país. Según el estudio Los costos del país de la violencia contra las mujeres en Ecuador de Arístides Vara Horna (2020), la violencia contra las mujeres en relaciones de pareja tiene un costo para el país de $ 4.608 millones, que equivale a 4,3% del PIB. Entre los principales rubros de pérdidas se encuentran la generación de valor agregado en pequeñas y medianas empresas ($ 1.787 millones), la pérdida de tiempo e ingresos para las mujeres ($ 1.133 millones) y la pérdida de ingresos fiscales ($ 447 millones).

CARACTERÍSTICAS PERSONALES QUE INFLUYEN EN LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA PAREJA

De acuerdo con el estudio de Vacacela y Mideros, la violencia de género puede afectar a todas las mujeres en su diversidad. No obstante, existen determinados atributos personales y características de las parejas que se relacionan con una mayor probabilidad de sufrir distintos tipos de violencia. En esta investigación se concluye que ser joven, indígena, tener bajos niveles educativos, aceptar los roles de género, tomar decisiones en pareja, entre otras variables inciden en la violencia contra las mujeres por parte de la pareja. 

Las mujeres jóvenes entre 18 y 29 años tuvieron mayor probabilidad de sufrir violencia por parte de su pareja durante el último año. Estos resultados se mantienen para la violencia psicológica, física y patrimonial en dicho período y ámbito. Por el contrario, las agresiones sexuales son más comunes en las mujeres adultas y adultas mayores, dado que la probabilidad de ser víctima de este tipo de violencia a lo largo de la vida aumenta con la edad (Vacacela & Mideros, 2022).

En la autoidentificación étnica se observa que ser una mujer indígena aumenta la probabilidad de sufrir violencia física a lo largo de su vida en 5,6 puntos porcentuales (pp). En efecto, dicho grupo poblacional presenta los mayores niveles de violencia en la pareja, especialmente de tipo psicológica y física. Por otro lado, las agresiones sexuales y patrimoniales son más comunes en las mujeres afroecuatorianas (Vacacela & Mideros, 2022). Este hecho se relaciona con el área rural, ya que el riesgo de ser víctima de violencia de género aumenta al residir en una comunidad con altos índices de pobreza y desempleo (Heise, 2012).

Gráfico 2

Violencia contra las mujeres por parte de la pareja por etnia

La educación es, en cambio, un factor protector contra la violencia de género, puesto que se evidencia una reducción en las agresiones por parte de la pareja cuando los años de escolaridad son más, según lo muestra el estudio Prevalencia y factores de riesgo de la violencia de pareja entre las mujeres de Deda Ogum Alangea y otros (2018). De hecho, contar con educación secundaria disminuye las probabilidades de ser víctima de violencia física, mientras que la educación superior reduce las agresiones psicológicas, físicas y sexuales. Sin embargo, el nivel educativo de las mujeres no es un elemento significativo contra la violencia patrimonial (Vacacela & Mideros, 2022).

En el empleo se observa que, cuando las mujeres trabajan en jornadas parciales se incrementa el riesgo de sufrir agresiones físicas y psicológicas en algún momento de su vida. Este resultado puede relacionarse con la limitación de las mujeres para participar en el empleo remunerado a causa de las tareas de cuidado, los roles de género y el machismo. 

Al contrario, las mujeres que cuentan con empleos de 40 horas semanales (jornada completa y adecuada) tienen menores probabilidades de ser víctimas de violencia psicológica y patrimonial en los últimos 12 meses. Sin embargo, las mujeres registran un promedio de 31 horas trabajadas en la semana y solo el 26,74% completaron las 40 horas en diciembre del 2022.

EL PESO DE LOS ESTEREOTIPOS

La violencia contra las mujeres también está relacionada con estereotipos y roles de género que todavía están presentes en la sociedad. Sin embargo, en el estudio de Vacacela y Mideros  se observa una relación negativa entre dichas variables, es decir, que una mayor aceptación de este tipo de conductas reduce las agresiones por parte de la pareja. Esto se debe a que ciertos grupos poblacionales tienen una mayor aceptación y normalización de los roles de género, por lo que se les dificulta reconocer que han sido víctimas de violencia.

Por ejemplo, el 32,9% de las mujeres casadas del país aún consideran que “una buena esposa debe obedecer a su esposo en todo lo que él ordene”. Este porcentaje aumenta a 58,6% en el caso de la población indígena y asciende a 62,6% para las mujeres que solo terminaron el centro de alfabetización. Sin embargo, estas cifras se reducen al 16,5% en mujeres entre 18 y 29 años y hasta el 7% en el caso de mujeres con educación superior (INEC, 2019).

En Ecuador, el índice de roles de género desarrollado por Vacacela y Mideros muestra una débil aceptación de los roles femeninos y masculinos tradicionales con un promedio nacional de 2,67 sobre 9. Sin embargo, para las mujeres que viven en el área rural, son indígenas y adultas mayores, dicha cifra se incrementan al 3,97, 3,84 y 3,44, respectivamente. Además, las mujeres con menor escolaridad tienen índices más elevados de roles de género que disminuyen a medida que aumenta el nivel educativo (Tabla 1). 

Tabla 1

Índice de roles de género en la pareja por edad, etnia, educación y área

Imagen

La tolerancia a la violencia es otro de los factores de riesgo para que las mujeres sean víctimas de agresiones. De hecho, cuando existen actitudes favorables a la violencia o se justifican los abusos y el maltrato, aumenta la probabilidad de que las mujeres sufran violencia psicológica, física y patrimonial a lo largo de toda su vida. Cabe mencionar que la tolerancia a la violencia suele ser más predominante en personas de quintiles bajos que viven en áreas rurales y tienen bajos niveles educativos.

ASPECTOS DE LA RELACIÓN EN PAREJA QUE INCIDEN EN LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Las relaciones de pareja presentan ciertas características que aumentan la probabilidad de que las mujeres sean víctimas de violencia. Uno de los factores de riesgo es la duración de la relación, dado que el riesgo de agresiones psicológicas se incrementa después del año. Del mismo modo, la violencia patrimonial y física aumentan desde el sexto año, mientras que la violencia sexual crece a partir del décimo año (Vacacela & Mideros, 2022).

La presencia de tensiones en la relación por parte de la pareja masculina incrementa de forma significativa la probabilidad de que las mujeres sufran todos los tipos de violencia. Esto se debe a que la acumulación de sentimientos negativos antecede a la explosión violenta como parte del ciclo de violencia basada en género y que en el peor de los casos puede terminar en un femicidio.

En las decisiones de pareja se observa que, cuando las mujeres eligen de forma independiente, la probabilidad de que sufran violencia aumenta en 11,7 pp. Por el contrario, las agresiones tienen a disminuir en las parejas que comparten la responsabilidad de las decisiones del hogar. Así se establece en la investigación Determinantes de la violencia de pareja en países de renta baja y media de Lori L. Heise (2012). 

Este resultado se debe a que el sometimiento por parte de la pareja y la aceptación de los roles de género reducen los conflictos y la violencia. Sin embargo, este tipo de comportamientos someten a las mujeres al control de sus parejas y limitan sus proyectos de vida (Vacacela & Mideros, 2022).

MÁS DEL 90% DE LAS VÍCTIMAS NO REALIZAN DENUNCIAS CONTRA SUS PAREJAS

De acuerdo con el ECU 911, se registraron 111.280 emergencias de violencia intrafamiliar y un promedio de 305 casos diarios de agresión a escala nacional en el 2022. Dichas cifras presentan una mayor prevalencia de violencia física y psicológica, que han aumentado durante los últimos tres años. Sin embargo, el INEC (2019) reporta que 94,3% de las mujeres víctimas de violencia no denuncian, especialmente cuando se producen agresiones psicológicas y sexuales que ocurren que el sector educativo

Gráfico 3

Número de emergencias por violencia intrafamiliar

Los bajos índices de denuncias ante casos de violencia por parte de la pareja se relacionan con el estigma social, la ausencia de confianza que tienen las víctimas en las instituciones y el desconocimiento ciudadano sobre el procedimiento a seguir en estos casos. A su vez, los bajos niveles de enjuiciamiento y condena de los delitos de violencia sexual desincentivan a que las víctimas acudan a las autoridades, puesto que las denuncias no tendrán ningún efecto.

Finalmente, los altos niveles de violencia contra las mujeres se relacionan con las características personales de las víctimas y de sus relaciones de pareja. Por tales motivos, las políticas dirigidas a erradicar las agresiones psicológicas, físicas, sexuales, patrimoniales y de cualquier otro tipo deben ser multisectoriales

Esto significa que deben enfocarse en mejoras nacionales y locales en temas de empleo, educación, cultura, condiciones de vida, reducción de la pobreza, etc. Del mismo modo, las estrategias implementadas deben direccionarse a prevenir los casos de violencia mediante la coordinación entre las instituciones ejecutoras de la política pública y las fuerzas del orden. Solo de esta manera, se reducirá la violencia contra las mujeres y existirán cada vez menos femicidios en el país.

(*) Analista económica Revista Gestión.

 

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Last modified on 2023-02-23

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