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Autor: José Gabriel Castillo, Ph.D.*

El premio Nobel de economía de este año fue entregado a Richard Thaler, un economista que dice que se debe pasar del “homo economicus al homo sapiens” y realizar una revisión de los principios filosóficos de la economía, incluyendo al comportamiento humano con sus anomalías como uno de los factores relevantes en la toma de decisiones económicas de los individuos. Thaler afirma que: “Para entender el comportamiento de consumo de los hogares, claramente necesitamos retornar a estudiar a los humanos en lugar de los economistas. Los humanos no tienen el cerebro de Einstein, tampoco la capacidad de autocontrol de un asceta monje budista. En su lugar, tienen pasiones, defectos, tratan varias cuentas de riqueza de manera distinta y pueden ser influenciados por retornos de corto plazo en el mercado. Necesitamos un modelo de este tipo de humanos.” (Misbehaving: The Making of Behavioral Economics, 2015).

 

Richard Thaler, un economista norteamericano, profesor de la escuela de negocios de la Universidad de Chicago, y uno de los pioneros de la subdisciplina conocida como Economía del Comportamiento, se une a una lista corta de nobeles que incorporan conceptos de la psicología al modelamiento del comportamiento humano y que se oponen al main stream de la economía (algunos la llaman clásica, neoclásica y hasta neoliberal), en donde el supuesto fundamental es que el individuo es racional, sus preferencias no cambian en el tiempo y toma decisiones cuyo objetivo fundamental es maximizar su propio bienestar.

Thaler no solamente desarrolla la teoría que permite incorporar nuevas regularidades e inconsistencias del comportamiento humano a las estructuras matemáticas de análisis, sino que con su ingeniosa capacidad de comunicación, popularizó el uso de este conocimiento en aplicaciones de políticas públicas cuyo impacto continúa viendo frutos.

nudSu libro más popular de divulgación Nudge (o “un pequeño empujón”, por su título en español), un best seller escrito con Cass Sunstein, resume algunas aplicaciones ingeniosas de la economía del comportamiento, que van desde cómo mejorar la ingesta de alimentos saludables en los comedores escolares y cómo hacer que los hogares usen más eficientemente la energía, hasta alternativas de llenado de formularios de aplicación para mejorar los objetivos de política pública; por ejemplo, para donación de órganos.

Esta suerte de arquitectura social y paternalismo libertario, como los denomina en su libro, no es sino el uso del conocimiento respecto de las inconsistencias en el comportamiento humano para disminuir los costos de transacción o costos cognitivos (el costo y cansancio de pensar y evaluar detalladamente las alternativas antes de tomar una decisión) y ayudar a los individuos a tomar mejores decisiones -manteniendo su libertad de decidir-, que mejoren las condiciones de bienestar propias y del colectivo.

Más allá de la popularidad de los best sellers o de su corta carrera cinematográfica (¡sí! Thaler se estrenó en una corta escena en Hollywood en la película The Big Short, explicando a Selena Gomez la influencia de las anomalías en las decisiones y apuestas del casino), su contribución a la economía  está en la formalización matemática de estas anomalías y conceptos, siempre en la búsqueda de modelos de comportamiento más realistas, un esfuerzo que lentamente, aunque de manera vertiginosa, está  permeando en la academia.

Paradójicamente, la decisión de entregar el premio Nobel a Richard Thaler es, en sí misma, un nudge (un leve empujón) a la academia para que avance hacia un desarrollo de conocimiento interdisciplinario, y a la ciencia económica para que incorpore estas estructuras más realistas de análisis;  una economía que parta de analizar un agente menos acartonado, un ser humano.

Thaler incorpora estos factores supuestamente irrelevantes en su trabajo de una manera asequible, didáctica y hasta entretenida. Con su particular ingenio, y sin reproches, Thaler anunció que gastará su premio de aproximadamente $ 1,1 millones “…de la forma más irracional posible”.

Una consecuencia relevante de esta línea de investigación es la creación de múltiples instituciones y agencias de Gobierno que promueven la implementación de políticas públicas fundadas en el uso de nudges o economía del comportamiento. Un reporte del Consejo de Investigación Económica y Social del Reino Unido (Whitehead et al, 2014) -ESRC, por sus siglas en inglés- indica la existencia de, al menos, 51 instituciones gubernamentales que promueven la aplicación de este conocimiento y alrededor de 135 países en donde se registran iniciativas independientes relacionadas.

En Ecuador la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Espol incorporó recientemente la materia de Economía Experimental y del Comportamiento dentro de su currículo de estudios, y simultáneamente inauguró el primer Laboratorio de Economía Experimental (LEE), en donde se promueve la investigación en estas áreas.

LAS ANOMALÍAS DEL COMPORTAMIENTO ECONÓMICO

El estudio de Thaler se enmarca en una lista larga de “anomalías” del comportamiento, es decir, desviaciones del comportamiento racional, no todas relacionadas a su propia investigación. Algunos de estos conceptos están recogidos en una colección de 19 artículos publicados entre 1987 y 2006 en el Journal of Economic Perspectives, todos bajo el mismo título: Anomalies.

moneyALGUNAS ANOMALÍAS

Cuentas mentales
Un dólar vale lo mismo independiente del bolsillo del pantalón en donde lo pongamos

Si bien este principio parece trivial, todos de una u otra forma experimentamos la necesidad de establecer compartimientos para administrar el dinero. Solemos tener frases como: “Este dinero es para -esto o lo otro-,” aun cuando su uso puede ser repuesto posteriormente sin afectar la consecución del objetivo propuesto. Una consecuencia de las cuentas mentales es cómo tratamos los activos de un portafolio o las deudas y el ahorro. Es común observar a individuos que mantienen saldos de tarjetas de crédito a tasas de interés onerosas, a pesar de contar con los recursos excedentes en la cuenta de ahorro, ganando rentabilidades irrelevantes. Idealmente, un individuo racional, un homo economicus (hombre económico), buscaría reducir su deuda con el fin de reducir o evitar el pago de los intereses. En casos extremos (o sistémicos), este comportamiento puede desencadenar problemas financieros con consecuencias desastrosas.

El efecto dotación y otras anomalías

Las personas valoran algo simplemente por el hecho de poseerlo,  y no por su valor de uso o intercambio.

La consecuencia de esta anomalía es inmediata: el número de transacciones de mercado debe reducirse, lo que deriva en una asignación ineficiente de los recursos. Esta anomalía, conjuntamente con la aversión a la pérdida (tememos perder más de lo que nos gusta ganar), y el efecto anclaje (puntos de referencia aparentemente relevantes afectan de manera representativa nuestras decisiones), tienen consecuencias perniciosas en los mercados en donde el nivel de transacciones se ve dramáticamente reducido.

Piensen por ejemplo en el mercado inmobiliario, luego de los boom de construcción observados en países como Colombia y Ecuador, hay un sinnúmero de casas y departamentos vacíos. Si en la mente del propietario el precio de referencia es el que pagó en el momento del boom, en la decaída, la disponibilidad a pagar de cualquier consumidor no satisface las aspiraciones de esta referencia, el resultado es un mercado inmobiliario inmóvil.

Esto no solamente representa una mala asignación de los espacios de vivienda sino que generan costos hundidos de mantenimiento al propietario e impide la reactivación del sector.

La teoría del individuo dual, el autocontrol y sesgos en el tiempo

Una lucha interna se libra constantemente en nuestro interior y los protagonistas son: nuestro individuo planificador versus nuestro individuo ejecutor (que actúa).

La disyuntiva entre recibir una gratificación inmediata (ej. comprar el vehículo del año) o esperar  pacientemente a recibir una gratificación futura (ej. ahorrando para los estudios de postgrado), influye de manera determinante en la toma de decisiones, particularmente financieras y económicas, aunque sus consecuencias se extienden a diversas áreas de la psicología individual.

Cómo resolvemos esta disyuntiva está muy relacionado con nuestra capacidad de autocontrol. Intuitivamente, quien carece de autocontrol priorizará la gratificación inmediata a pesar de que esto desemboque en peores resultados que en el futuro. Esta tentación por el presente, conocida como sesgo del presente (present bias), así como el hecho de que los individuos son impacientes en el consumo y perciben el tiempo de manera irregular, desemboca en decisiones inconsistentes en el tiempo y ha sido ampliamente documentada en la investigación experimental.

Sesgo del statu-quo

Los individuos tendemos a preferir el status vigente (statu-quo) aun cuando el cambio puede representar mayor bienestar (mejores ganancias).

Ejemplos interesantes de esta anomalía se observan en los programas de pensiones y planes de retiro, registro en seguros de salud y programas de donación de órganos. Consistentemente, al llenar formularios en donde existen opciones preestablecidas (default) los individuos tienden a permanecer en la alternativa asignada por default, influyendo drásticamente en los resultados del registro de la política planteada. Si usted está pensando en un sutil empujón (nudge), este es el más limpio posible.

vebdLa maldición del ganador

Para ilustrarlo, suponga que usted tiene la oportunidad de adquirir un artículo cualquiera en una subasta, por ejemplo, una acuarela de Kingman (pintor) y espera hacer negocio con ella. El valor de mercado del cuadro es de alguna forma incierto puesto que los artículos de colección y el arte están sujetos a una valoración más subjetiva que otros artículos (normales), no obstante, realizó una somera investigación respecto del potencial valor del cuadro en la reventa.

El proceso de subasta involucra múltiples pujas (ofertas) de los interesados y una competencia agresiva y, por supuesto, la oferta más alta adquiere el artículo. Luego de varias rondas, dado que Kingman es su pintor favorito, usted hace la mayor oferta y adquiere el cuadro. La maldición del ganador entonces se hace presente de dos formas: i) cuando el valor de mercado del cuadro es menor a lo que usted pagó por él, en cuyo caso pierde dinero, o ii) cuando el valor de mercado es inferior a la expectativa de reventa en base a su investigación, en cuyo caso sufre una decepción, si bien no pierde dinero.

Efectos de esta anomalía tienen consecuencias importantes no solamente en subastas, en donde se encuentran de manera natural, sino que se extienden; por ejemplo, hacia la definición de contratos en sectores extractivos, como el petrolero o minero, y en donde no se tiene sino una estimación de las reservas a explotar.

 
jgc*Profesor / Investigador
Director del Laboratorio de Economía Experimental
Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas
ESPOL
 
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Last modified on 2017-11-22

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